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Iba á guardarla en los bolsillos y seguir su camino, cuando atrajo su atención un sobre voluminoso, de letra desconocida, certificado en París... La curiosidad le hizo abrirlo inmediatamente, y vió en sus manos un verdadero fajo de hojas sueltas, un relato extenso que iba más allá de los límites de una carta. Miró el membrete impreso y luego la firma.

Volveremos á pasar el puente, saliendo de la puerta de Francia; pero U. me dará un certificado de lo ocurrido para quejarme contra U. por medio del ministro de mi país. La observacion produjo su efecto, porque el comisario tomó un aire de proteccion generosa y me interrogó. ¿Con qué objeto entran UU. á Francia? Con el de conocer á Estrasburgo y visitar á una familia en el departamento.

Sebastián Becerro dejó su aldea á la edad de diez y siete años, y embarcó con rumbo á Buenos Aires, provisto, mediante varias oncejas ahorradas por su tío el cura, de un recio paraguas, un fuerte chaquetón, el pasaje, el pasaporte y el certificado falso de hallarse libre de quintas que, con arreglo á tarifa, le facilitaron donde suelen facilitarse tales documentos.

Bajo la influencia de sus lecturas sobre la guerra de 1870, llamaba «sitio» á las operaciones desarrolladas junto á París durante el curso de la batalla del Marne. Modestamente señaló un diploma con marco de oro que figuraba sobre el piano, teniendo como fondo una bandera tricolor. Era un papel que se vendía en las calles: un certificado de permanencia en la capital durante la semana del peligro.

Perseguido había Cervantes a Florela sin poder cogerla, por la rapidez de su fuga y la delantera que le llevaba, y habíase vuelto cuando Florela se había puesto a salvo por el postigo, entrándose por el cual, había certificado a Cervantes de que no se había engañado cuando había supuesto que aquella mujer disfrazada era una criada de doña Guiomar, que la había enviado para que le buscase; lo cual había sido para nuestro mozo un gran contentamiento y una ardorosísima esperanza de su amor; que cuando ella a tales cosas se arrojaba por él, no podía ser menos sino que le adoraba; y cuando ya al lado de Margarita, que tomaba la escudilla de caldo con vino generoso que la tía Zarandaja la había llevado, vio que doña Guiomar se metía por el bodegón como fuera de , y en él reparaba, y se detenía sobresaltada, tuvo por cierta su ventura, y levantose y hacia doña Guiomar se fue todo cortesanía y rendimiento.

Observaba Orellana cuidadosamente sus movimientos, y certificado que no podia resistir al enemigo en la campaña, determinó defenderse dentro de la villa, y esperar en ella al enemigo.

Y allí envió el pliego, certificado en toda regla. <tb> A las pocas semanas de esto llegó Cristeta, triste de ánimo y desmejorada de cuerpo. Lo primero que hizo fue comunicar a sus tíos que había formado irrevocable propósito de renunciar al teatro.

D. Fernando VII; y habiéndolo verificado ayer dia con toda la solemnidad que corresponde, y con la dignidad y decoro que es propio de este pueblo leal y generoso, ha acordado dicho Congreso, á pluralidad de votos, que V. E. debe cesar en el egercicio de su autoridad, y esta recaer en el Ayuntamiento, segun aparece del adjunto certificado del Actuario, el cual servirá á V. E. de bastante comprobante, en atencion á que las circunstancias críticas y urgentes no dan tiempo á estender testimonio de la acta.

Cada tres meses recibía el Santo en pliego certificado un billete de Banco, cuyo valor era bastante a cubrir los gastos ocasionados por los niños. Lo que jamás recibió fue carta, mensaje, ni visita que le hablase de la desaparecida. Cuantas tentativas hizo para saber su paradero fueron inútiles. Así pasaron cinco anos.

Si toda mujer virtuosa, con sólo tratarse con otra que no lo es se expone a que confundan e igualen su conducta con la de su amiga, lo mejor es no tratarse con nadie, vivir como en el sepulcro. ¿Qué quieres? ¿Voy a pedir un certificado de virtud a las mujeres con quien hable?