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Actualizado: 29 de septiembre de 2024
La fortuna nos ayuda siempre a los audaces replicó el pintor recogiendo la intención que parecía desprenderse de las palabras de Elena. Y echando una mirada en torno: ¡Pero ésta es una escena de la antigüedad griega! Penélope sale de su palacio, recorre sus dominios en la rocosa Itaca, encuentra a Eumeo y sus zagales celosos guardadores de sus manadas de puercos, y departe con ellos.
La calma de los mayorales y zagales contrasta singularmente con la prisa y la impaciencia que se nota en las menores acciones de los viajeros; pero es de advertir que éstos, al ponerse en camino, alteran el orden de su vida para hacer una cosa extraordinaria; y mayoral y el zagal por el contrario hacen lo de todos los días.
Sonaron furiosos los cencerros; las bocas abiertas de los espectadores, ocultos en la obscuridad, tragaron varios golpes de polvo, y pasó como una pesadilla el rebaño feroz, monstruos informes de la noche, que trotaban, pesados y ágiles a la vez, estremeciendo sus moles de carne, dando horrorosos bufidos, corneando a las sombras, asustados e irritados al mismo tiempo por los gritos de los zagales que los seguían a pie y por el galopar de los jinetes que cerraban la marcha acosándolos con sus picas.
De allí a poco comenzaron a entrar por diversas partes de la enramada muchas y diferentes danzas, entre las cuales venía una de espadas, de hasta veinte y cuatro zagales de gallardo parecer y brío, todos vestidos de delgado y blanquísimo lienzo, con sus paños de tocar, labrados de varias colores de fina seda; y al que los guiaba, que era un ligero mancebo, preguntó uno de los de las yeguas si se había herido alguno de los danzantes.
Muchos padres enviaron sus hijos á la mina. Al principio ganaban corto jornal: pronto subió éste y en las casas de aquellos pobres labriegos entró un chorro no despreciable de dinero. Con esto la alegría de los paisanos fué grande. Sin embargo, no poco se amortiguó al ver que con el oficio los mineros enseñaron á los zagales sus vicios.
Además, no cesaban de proferir unas blasfemias tan horrendas que los cabellos de los inocentes campesinos se erizaban de terror. Sobre todo las mujeres sentían indignación tan profunda que sin temor la dejaban estallar en su presencia. Pero esto les hacía reir y no les corregía. Poco á poco aquellos mineros enseñaron su oficio á los zagales de Carrio y Canzana.
Sé decir que se puso un día encima del campanario del aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y, aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre. Y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana: con todos se burla y de todo hace mueca y donaire.
Cuando una vez por semana bajaba el mayor de los zagales a Matanzuela para llevarse las provisiones de vaqueros y yegüerizos, el aperador gustaba de hablar con este muchachón rudo y sombrío, que parecía un superviviente de las razas primitivas. Siempre le hacía la misma pregunta. Vamos a ver. ¿Qué es lo que te gusta más? ¿Qué es lo que deseas?...
Y no hay que hacer observacion alguna, ni quejarse de hambre ó cosa parecida; porque el viajero que sufre la ley tiránica de los empresarios, es un esclavo á la disposicion del sultan que tiene su trono en el pescante. Todo eso sin perjuicio del escamoteo, al fin del viaje, que los mayorales, delanteros y zagales ejercen contra el viajero, mendigando como si no tuviesen dotacion ó paga.
¡Y estos zagales, condenados al salvajismo desde su nacimiento, como las criaturas a las que se deforma para explotar su fealdad, ganaban treinta reales al mes, a más de una triste pitanza que no acallaba los estremecimientos de su estómago excitado por el aire de la montaña y las aguas puras de las fuentes! ¡Y sus jefes, los yegüeros y vaqueros, tenían dos reales y medio cuando más, sin fiesta alguna durante el año; todos los días lo mismo, viviendo aislados, con su mísera hembra que procreaba pequeños salvajes, dentro de un chozón, negro y ahumado, un verdadero ataúd sin más entrada que un agujero de madriguera, las paredes de pedruscos sueltos y una cubierta de hojas de corcho!...
Palabra del Dia
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