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Marta se había mostrado valerosa y activa, y había, no obstante su mala salud, trabajado de la mañana a la noche para poner en orden todo lo que un amo, largo tiempo soltero, había dejado ir a la deriva.

Primero, los arrebatos de pasión: una dicha que, encontrando estrecho el elegante nido de los recién casados, paseaba su insolencia feliz por los salones, para dar envidia al mundo; después, la monotonía, el cansancio, la separación lenta e insensible, sin dejar por eso de amarse; a él le atraían sus amistades de soltero, y ella protestaba con escenas y choques que hacían odiosa para Luis la vida conyugal.

Además, los niños del talabartero, aquellos sobrinos que suplían cerca de ella el vacío de la infecundidad, necesitaban para su salud el aire del campo. Vivía en su casa de la ciudad, sin otra compañía que la de Garabato, llevando una existencia de soltero, que le permitía completa libertad en las relaciones con doña Sol. Creía aquella época la mejor de su vida.

Otro de los médicos se acercó al oído de mi tío y le hizo una pregunta. ¡Pfs!... hace muchos años, señor, desde soltero dijo éste dejando errar por sus labios una melancólica sonrisa si nunca hemos tenido hijos, y usted sabe que... el doctor Brown me decía que sin embargo era posible y que...

Para que no te rías de un miembro de la familia, te contaré que Don Joaquín de Herrera Goya fué antepasado mío, aunque no en línea recta, pues murió soltero; su hermana, mi cuarta abuela, heredó de él esta hacienda y no si a ella se deba tan hermosa estatua.

La lista era larga, porque no hacía mucho tiempo que había habido cambios, renovación y trasiego de empleados; pero no faltaba un oficial en el personal que tuviese algunas noticias biográficas de todos los nuevos. «Don Anacleto Pérez», decía, por ejemplo, la lista. ¿De dónde ha venido éste? preguntaba el Conde. De la Coruña contestaba el oficial. ¿Es casado? Es soltero.

Mientras subsistan sus causas, la enfermedad no se curará radicalmente, y le hará a usted padecer cruelmente toda la vida, y al cabo concluirá con ella demasiado pronto... Hábleme usted con franqueza... Nosotros, los médicos, somos los confesores de los hombres que no creen en la confesión... ¿Es usted casado, o soltero? Soltero. Pero usted tiene una mujer que le ama demasiado...

En todo caso, contamos con usted, capitán; a mi marido le encantará recordar con usted los buenos tiempos, como él llama a aquellos en que estaba soltero. Muy amable para ti, mi pobre Jenny. Tiene cuidado de añadir que echa de menos, no el celibato, sino el uniforme... Eso lo comprendo. ¿Por qué le has hecho presentar la dimisión? ¿Querías que fuese siguiéndole de guarnición en guarnición?

¿Era acaso muy natural que el Conde d'Arda, después de haber llevado hasta los cuarenta y cuatro años la vida necesariamente disipada del soltero rico, sin sentir más temprano la necesidad de un afecto legítimo, se redujera permanentemente a la existencia del marido ejemplar y se contentara con el ingenuo amor de aquella jovencita? ¿Y era inadmisible, inverosímil, que la esposa enamorada, ignorante del mundo, circunscribiera todo el gozo de la vida a su nuevo estado?

Cuando los Aldaos están fuertes en Mendoza y no han dejado en La Rioja un solo hombre, viejo o joven, soltero o casado, en estado de llevar las armas, Facundo se transporta a San Juan a establecer en aquella población, rica entonces en unitarios acaudalados, sus cuarteles generales. Llega y hace dar seiscientos azotes a un ciudadano notable por su influencia, sus talentos y su fortuna.