United States or Turkey ? Vote for the TOP Country of the Week !


Lucía lo ignoraba; pero los misteriosos llamamientos de aquella diestra desconocida la atraían cada vez más, y corriendo, corriendo, trataba de acercarse a la casa; pero el erial se prolongaba, detrás de unas calles de arena venían otras, y después de andar horas y horas aún veía delante de larguísima hilera de plátanos entecos, cuyo fin no se divisaba, y la casa de Artegui más lejana que nunca.

Vio cómo una revolución echaba abajo los conventos de la Magdalena y la Merced; cómo un motín quemaba el Mercado Nuevo, que era de madera, y cómo las tiendas, agrandando cada vez más sus puertas, saneando sus interiores, atraían al público con grandes escaparates, y en materia de alumbrado pasaban del aceite al petróleo y de éste al gas.

Saturado de este sentimiento de vanidad, aconsejaba a María Teresa arreglos en su toilette que consideraba propios para hacerla valer, y escogía para acompañarla, las reuniones y los sitios donde más atraían la atención. En fin, en todos sus actos aparecía el deseo de formar con ella el grupo que la gente contempla y admira.

Los dueños de los establecimientos las atraían y las halagaban a ellas y a otras de su clase. Eran señoritas, con un encanto superior al de las otras mujeres. Sabían mantener sus aventuras en un término prudente, con más bullicio y atrevimiento que las profesionales, pero sin permitir nunca el atentado irreparable. Mostrábanse expertas en la tentación que enardece al parroquiano y le hace volver.

Sustitución de los "poderes ocultos" Todo el temor a lo misterioso así como la creencia de los filipinos en poderes ocultos que quitaban la salud, atraían la desgracia, daban la victoria o conducían al desastre, se conservó cambiando tan sólo los espíritus que gobernaban los sucesos de la vida y los fenómenos de la naturaleza.

Con un entusiasmo que tenía sus remolinos que atraían las voluntades, Ana se consagró a la piedad activa, a las obras de caridad, a la enseñanza, a la propaganda, a las prácticas de la devoción complicada y bizantina, que era la que predominaba en Vetusta.

Era una imprudencia expresarse así a pocos pasos de aquel grupo donde estaban Roberto y Andresito, dos extraños que no podían imaginarse la verdadera situación de la casa. Por fortuna, Concha y Amparo atraían la atención de los dos; además, las niñas, a ruegos de los pollos, iban a hacer un poco de música y canto.

Los flamencos atraían el sábalo con el ruido de las campanillas. Lo mejor de los animales, y que se ha llegado á destruir casi del todo á fuerza de persecuciones, era el matrimonio. Aislados, fugitivos, ahora sus amoríos son pasajeros, viéndose compelidos á guardar un mísero celibato, de cada día más estéril.

Sus explicaciones del Antiguo y Nuevo Testamento, todos los lunes y viernes, atraían a la iglesia a los más doctos seglares de la ciudad y a muchos estudiosos de los conventos. ¡Y qué controversista! Ninguno de sus colegas de Cabildo podía seguirle a través de sus primos y secundos, de sus ergos y distingos.

Aquel Julio Lagos surgía para ella cubierto por la misma atmósfera de pasión que imaginaba sobre todas las cosas relativas a la familia de Aliaga. Además, en los ojos de Julio había visto, estaba segura, brillar el amor. En realidad, no se explicaba a misma por qué había dejado pasar un año sin volver a la casa, cuando tantos motivos de interés la atraían.