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Podían matar á un hombre con su contacto, sin dejar en el ambiente más que un leve hedor de chamusquina, un poco de vapor: después, nada.... Y los conos diabólicos atraían con su luz y su blancura, confundiendo las distancias, como si gozasen de movimiento y vida y se metieran ellos mismos carne adentro, evaporándola. Aresti pasó al taller de laminar: iba atolondrado por el ruido y el calor.

Empezó á delirar, y á pesar de la vigilancia que con él se tuvo, logró escapar, arrojándose ciegamente en brazos de las ondas que tanto le aterrorizaban y no obstante le atraían. Por otro lado, el mar encariña de tal manera á los hombres que por largo tiempo se confían á su merced, á los que viven con él familiarizados, que no les es dado abandonarle jamás.

Desde Lyón, la familia, andando siempre, se trasladó á París. Allí la niña también bailó por las calles y cantaba esas tonadillas alegres, canciones de bohemia que parecen flotar sobre los caminos como un perfume rústico y que los nómadas aprenden nadie sabe dónde. Su voz de contralto y las graciosas muecas y arrumacos de su rostro atraían á la gente.

El maestro ruso, que era para Toledo un hombre antipático é inquietante, abandonó de pronto el palacio Lubimoff. Tal vez sentía celos de la influencia creciente del coronel; tal vez asuntos misteriosos lo atraían lejos de París. La princesa no experimentó ninguna pena con esta desaparición del sabio.

Sus funciones en el palacio del primer príncipe de la sangre, atraían a su alrededor muchos personajes célebres de la época. El mismo Voltaire, durante su triunfal y último viaje a París, hizo una visita de atención a los jóvenes príncipes.

Las novedades de exquisito gusto, traídas de París por Pepe Samaniego, atraían mucha gente, y las señoras se enracimaban y caían como las moscas en la miel. Los dependientes no tenían manos para enseñar, y Aurora estaba rendida de trabajo, porque los encargos de trousseaux y ajuares se sucedían sin interrupción.

Esta laboriosidad por mantener al macho y las novelas que circulaban sobre su alto origen atraían con curioseo irresistible a las hembras de las Cambroneras. La primera en introducirse en la casa fue la Teodora, la vieja de mayor prestigio del barrio: un dechado de sabiduría, respetada hasta por los hombres.

No había mal tiempo que les adormeciese ó les asustase... En plena tormenta se mantenían á la vista de la costa, saltando de ola en ola, con su fragilidad de barcos construídos para ser flechas; y únicamente cuando otros compañeros venían á sustituirles regresaban al puerto viejo, para descansar unas horas á la entrada de la Cannebière. Las callejuelas de la orilla derecha atraían á Ferragut.

En el vestíbulo de las columnas, y delante del palacio, se ostentaba Circe sentada en su trono, acompañada de sus doncellas, que atraían con sus gestos á los compañeros de Ulises. A una señal de Circe brota de la tierra una mesa lujosa con manjares exquisitos; los recién llegados beben de las copas que les presentan, y se transforman como los demás huéspedes de la isla.

Ella arrastraba la cola de su elegante bata por las limpias baldosas unidas con asfalto, y él, con la mano izquierda en el bolsillo del pantalón, recogido el borde de la levita, accionaba levemente con la derecha, empuñando un junco por la mitad. A veces los ruidos del patio atraían la atención de ambos y se asomaban a la balaustrada.