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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Si le he matado dijo el cocinero en una de sus frecuentes salidas de tono , ha sido sin querer... os lo juro... llevaba yo la daga por delante... la noche era muy obscura... ¡Mentís! dijo el bufón mirando profundamente al cocinero, cuyo semblante estaba desencajado ; ¡mentís tan descaradamente, como villanamente habéis muerto al sargento mayor!

¡No somos mas que ocho! dijo uno de los heridos, muy tranquilo, al parecer, pero a quien chispeaban los ojos bajo una máscara de bronce. ¿Cómo ocho? Vea usted, mi sargento, que estos dos están a punto de hincar el pico... y sería perder esos víveres... El viejo sargento los miró. ¡Es verdad! dijo el guía ; hagamos ocho partes.

Su traje no era de aldeano ni de caballero: chaqueta de pana, pantalón largo, botas altas y sombrero de fieltro: colgando por encima del chaleco una gran cadena de plata para el reloj. Llamábase Pedro Regalado. Procedía de Villoria: había ido al servicio: llegó á sargento: cuando vino hizo la corte al ama de llaves del capitán: se casó con ella: D. Félix le hizo su mayordomo.

El autor y cabeza principal de ella, Luis Laso de la Vega, era de casta de los cholos, mas español que indio, y se hallaba sirviendo en calidad de sargento de aquellas milicias, á quien acompañaba un génio audaz y algunas particularidades que le hacian distinguir entre los suyos.

, Gualtero y el sargento Simón me acompañaréis, y también otro arquero que Simón elija para que cuide de mis armas y arnés, dispuso el barón.

No lo dudo, amigo Carlín, repuso Simón, y á fe que no creo haber cambiado mucho desde entonces. Pero también sabes que ni tomo yo un beso á la fuerza, ni ataco al enemigo por la espalda y diez contra uno. Al buen entendedor.... Una mirada al resuelto rostro del sargento y á las manazas de Tristán convenció á los arqueros de que allí nada bueno podrían sacar á la fuerza.

Pero en averiguarlo tardaréis algún tiempo; hay ciertos negocios que se pierden si el tiempo se pasa, y yo os puedo decir ahora mismo... ¿Qué me podéis decir vos?... ; , señor, os puedo decir que en esa casa vive la querida del sargento mayor don Juan de Guzmán. ¿Y nadie más? Nadie más que una dueña y un escudero. ¿Y quién es esa mujer?

El instinto de la paternidad, del que había hablado tantas veces como de algo infalible, no le avisó en la presente ocasión. ¿Cómo podía reconocer á Julio en este sargento cuyos pies era dos bolas de tierra mojada, con un capote descolorido y de bordes deshilachados, lleno de barro hasta los hombros, oliendo á paño húmedo y á correa?... Después del primer abrazo, echó la cabeza atrás para contemplarle, sin desprenderse de él.

Me hacéis preguntar demasiado, Montiño; si no bastan los maravedises que os doy para que estéis bien servido, pedidme más. No importa lo que se gaste; necesito, para servir bien á su majestad, saber todo lo que sucede en palacio, y lo que sucediendo fuera de palacio pueda también convenir. Ese hombre es el sargento mayor don Juan de Guzmán. ¡Don Juan de Guzmán!

Fue una locura de la juventud dijo el cardenal, que sonreía con orgullo recordando al arrogante sargento de dragones . En España sólo hay tres carreras dignas del hombre: la de la espada, la de la Iglesia o la de la toga. La sangre me bullía, y quise ser soldado; pero tuve la desgracia de pillar tiempos de paz.

Palabra del Dia

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