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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Era, según su expresión, un soldado raso de la Iglesia, que en fuerza de años y servicios había llegado a sargento, para no pasar de ahí. Cuando Luna entró en el Seminario, don Antolín acababa de ordenarse de sacerdote, después de pasar su vida en la sacristía de la Primada, donde había comenzado de monaguillo.

D. Agustin de Jauregui, en su carta de 20 de Agosto de 1779, concernientes no solo á conservar la amistad contraida con los caciques de Quinlchilca, Ranco y Rio Bueno, sino á adelantarla, y adelantar tambien, si fuere posible, las noticias de la verdadera situacion de los establecimientos que se pretenden descubrir, y la de los caminos mas cómodos para llegar á sus poblaciones, seria desde luego muy conveniente que el notorio celo de V.S. confiriese esta comision al sargento mayor, D. Lucas de Molina, ó á otro oficial de honor de la plaza de Valdivia, que hubiere manifestado deseo positivo de lograr el hallazgo de tales poblaciones: ordenando al Gobernador de la plaza, que lejos de poner embarazo en la práctica de estas diligencias, tan interesantes al estado, contribuya por su parte, cuanto le sea posible, dando al comisionado los auxilios que pidiere y necesitare para el desempeño de su comision.

Al cabo de este tiempo, salieron divididos en dos partidas; siguieron viage por tierra á pié, con sus bastimentos y municiones á las espaldas, ocho soldados con su sargento, y llegaron á la orilla de la laguna de Llavequegue; y hallando la canoa en el mismo sitio en que la habian dejado, pasaron al dia siguiente á una punta opuesta, y en el otro navegaron cosa de dos leguas, hasta un arenal donde desembarcaron.

El sargento Servando Gómez, era oriundo de Corrientes, y como soldado del de línea, había hecho las campañas del Paraguay y del interior, a las órdenes del general Arredondo. Era, pues, un veterano como yo.

Emilia Relimpio se casa con su primo Juan José, hijo del ortopedista; Leonor, ilícitamente unida a un sargento primero, desaparece de Madrid. Don José, recordando los grandiosos pensamientos de D.ª Laura acerca del himeneo de las niñas con célebres médicos y oficiales de Estado Mayor, se aflige extraordinariamente, y aun derrama una lágrima que va a caer sobre el mapa de la guerra civil.

Cuando van dos colegas juntos, nunca caminan a la par. Uno va delante y el otro un poco atrás, y si son tomados afectan no conocerse. Un día iban dos pillos de estos por una calle: el sargento Gómez conocía a uno y no al otro, y, como a pesar de su seriedad guaraní, era chacotón y alegre, atajó al que no conocía y le dijo: ¿En qué trabaja usted? ¡Soy marmolero, señor!

Cual toma el alabarda muy lucida, Y comienza á jugar con ambas manos, Quitando al que la tiene allì la vida, Despues á los demas pobres cristianos. El Sargento Mayor de corrida, Echando la rodela por los llanos, Caytua le siguiò, indio de brio, Y alcánzale

Y así hubiera sucedido si entre los vecinos que al alboroto y pendencia despertaron, no hubiese habido un mulato que con resolución llegó á ponerse frente del sargento y de los soldados, rogándolos que no rematasen al alcalde cuando ya se disponían á clavarlo con las alabardas.

El Bajá tuvo nueva aquella mañana, de un italiano que se huyó, cómo D. Alvaro estaba en las galeras, y mandó volver dos piezas de artillería que les tirasen. Primero había sabido que faltaba D. Alvaro del fuerte, del Sargento mayor Moroto, que era de los que iban con él á las galeras. Acertáronle á prender.

Esto es, una puñalada dada por detrás. Pero aquella puñalada debía costarle dinero. Además, podía envolverle en un proceso. Montiño desechó aquella idea, dos veces peligrosa. Ocurriósele valerse de su sobrino. Valiente, audaz, generoso, no vacilaría ni un punto en ponerse delante del sargento mayor, tirar de la espada y despacharle en regla. ¿Pero cómo decir á su sobrino que su tía?...

Palabra del Dia

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