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Actualizado: 27 de junio de 2025


Entonces, a pesar del viaje a Falsburgo, a pesar del espectáculo de los heridos de Hanau y Leipzig, a pesar de los relatos del viejo sargento, no temía nada; conservaba intacta su energía y no dudaba del éxito de la defensa. Ahora todo estaba perdido; el enemigo entraba en Lorena y los montañeses huían.

Pues bien dijo el sargento mayor guardando el papel con una horrible sangre fría , no hablemos más de eso. Adiós. Y se dirigió á la puerta. No, no dijo Luisa arrojándose á su cuello , lo pensaré. Pues bien, piénsalo y... si te resuelves, pon por fuera de la ventana un pañuelo encarnado. Bien, , ¿pero te vas? Es preciso, preciso de todo punto; no puedo detenerme ni un momento.

¡Bueno!... ¡Llevá tus pilchas a casa y decile al sargento Gómez que te acomode con él! ¡Está bien, señor! Di media vuelta y salí como con alas en los talones. Ir a servir con el sargento Gómez, el agente mejor reputado en la comisaría, el crédito de la sección, era para la gloria. ¡Pedir más, la verdad, hubiera sido tentar la suerte!

Sonó un hierro en la cerradura, que resistió un momento; luego se sintió correrse el fiador. La puerta se abrió. Cerróla de nuevo el sargento mayor, y entró en el aposento donde se encontraba Dorotea. La joven permanecía aún inmóvil en el lugar donde la había dejado el tío Manolillo, y continuaba llorando.

Nuevos grupos de soldados entraban en el parque: unos con su sargento al frente, otros seguidos por un oficial que llevaba el revólver apoyado en el pecho, como si con él guiase á los hombres. Era la infantería expulsada de sus posiciones junto al río, que venía á reforzar la segunda línea de defensa. Las ametralladoras unían su tac-tac de telar en movimiento al chasquido de la fusilería.

Noto que desde su llegada á Burdeos anda con un parche en un ojo, lo mismo que hizo la víspera de Poitiers. Pues ese parche va á costar mucha sangre, os lo digo yo. ¿Cómo fué lo de Poitiers, sargento? preguntó un joven arquero. ¡Cuéntalo, Simón! exclamaron otros. ¡Á la salud de Simón Aluardo! dijeron muchos empinando el codo.

Un suceso criminal que después relataré y que forma uno de los capítulos más importantes de mi vida, me proporcionó ocasión de distinguirme, y fui ascendido a sargento y nombrado en reemplazo del viejo Gómez, que fue jubilado.

La chalupa de vapor se detuvo al pie de la escalera del muelle y un sargento de infantería de marina tiró con un gancho de la embarcación para facilitar el desembarque del pasajero.

El diablo me echó delante al sargento mayor don Juan de Guzmán. ¡Que os encontrásteis anoche á don Juan de Guzmán! dijo con asombro el duque . ¡Bah! ¡imposible! ¡no puede ser! ¡vísteis visiones! No vi, tropecé; y como llevaba la daga de punta, porque eran malos sitios, mala hora y mala noche, sin quererlo, sin pensarlo, le maté. ¡Ah!, ¡matásteis... al sargento mayor!...

El semblante de la Dorotea espantaba. Tal representaba lo supremo del dolor, de los celos, de la rabia, de la sorpresa. ¡Que se presentarán juntos al rey y á la reina! exclamó con voz ronca ; ¡luego se han casado! Una dama tal como doña Clara Soldevilla dijo el sargento mayor , no podía recibir de noche en su aposento á nadie más que á su marido. Ya sabía yo que ese buen mozo os engañaba.

Palabra del Dia

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