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Helas aquí, pues. La señora es bella y joven, morena, con unos ojos negros como el ala del cuervo; gruesa y rosada, con un pie, una cintura y una mano que harían volver loco a un canónigo del Escorial. ¡Infame! te atreves...

Trascurrían los minutos, y ni uno ni otro rompían aquel silencio dichoso ni se distraían un punto de la atención intensa en que sus espíritus se confundían. Aquel ser diminuto, inconsciente, aquel pedacito de carne rosada se reflejaba igualmente en sus ojos y ataba con hilos invisibles sus almas y sus vidas. ¡Qué hermosa es!

Era yo muchacho, vicioso y regalado, criado en Sevilla, sin castigo de padre, la madre viuda, cebado a torreznos, molletes y mantequillas y sopas de miel rosada, mirado y adorado más que hijo de mercader de Toledo, o tanto; hacíaseme de mal dejar mi casa, deudos y amigos, demás que es dulce amor el de la patria.

Las estrellas brillaban aún con un fulgor pálido y moribundo, y un silencio sepulcral reinaba en el fondo de todos los abismos. Un lampo de claridad apareció en el oriente como una mota de indecisa blancura; despues se extendió al pié del horizonte en una inmensa cinta luminosa y rosada, y los astros apagaron su tembloroso brillo.

Ahora dijo en voz bajita y temblorosa dame un beso y escápate de prisa. Al mismo tiempo me presentaba su cándida y rosada mejilla. Yo la tomé entre las manos y la apliqué un beso... dos... tres... cuatro... todos los que pude hasta que rechinar la llave. Y me alejé a paso largo. Dejó de hablar D. Ramón. ¿Y después, qué sucedió? le pregunté con vivo interés.

Y se fue el médico, con sus anteojos y su reloj. Requerida por Lita, miss Mary salió a comprar las agujas de madera y lana blanca, celeste y rosada. Se hizo esperar mucho, ella también. Pero, mientras volvía, la madre vistió a Lita, la lavó, la peinó, le puso agua de Colonia y la sentó en su silla rodante.

Pues claro saltó el coloso dando una palmada, que sonó como un estampido, eso digo yo; para que quiebre don Bernardino, es preciso que la Casa Rosada se derrumbe; ¡un situacionista de su importancia! tendría que ver... Sin embargo concluyó el prestamista, sería bueno que se apartara usted a un lado, ¿me entiende usted?

Cedros y otros árboles gigantescos se levantan, y de sus brazos retorcidos penden festones admirables de flores que reúnen todos los colores del arco iris. La vara-santa ostenta su mástil altísimo, cuya copa azul, morada, blanca, rosada ó amarilla, segun el estado de la flor y la hoja, es el grupo mas suntuoso de guirnaldas que puede imaginarse, multiplicado prodigiosamente.

La unidad italiana había derribado y reconstruido mucho, pero aún quedaban en pie varias filas de casitas, bajas de techo, con la fachada blanca ó rosada, las puertas verdes y el piso bajo más avanzado que el superior, sirviendo de sostén á una galería con balaustres de madera. Todo lo que en ellas no era ladrillo era carpintería gruesa, igual al trabajo de los calafates.

Algunas tardes, deseando respirar libremente, salía a pasearse por la montaña hasta la noche. La brisa era siempre deliciosa y traía de los cortijos un perfume de azahares que reblandecía la voluntad y alejaba toda idea de penitencia. Sonrisas de mujeres, carmines de labios entreabiertos, maliciosos pestañeos, aparecían ante él en la penumbra rosada o bajo la sombra azul de los árboles.