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Lucía se abanicaba con un periódico dispuesto por Artegui en forma de concha, y leves gotitas transparentes de sudor salpicaban su rosada nuca, sus sienes y su barbilla: de cuando en cuando las embebía con el pañuelo: los mechones del cabello, lacios, se pegaban a su frente.

Mirad dijo el piloto. Hans, Cornelio y el joven pescador se acercaron, y con gran sorpresa vieron que aquel tronco estaba lleno de una materia ligeramente rosada y al parecer muy dura. ¿Qué es esto? preguntó Cornelio. Harina; o, si lo prefieres, sagú dijo el Capitán. Lo conozco de nombre y hasta lo he probado en Timor, tío. Te creo, pues en aquella isla se produce también.

Las señoras, que en los días anteriores iban por el buque con gruesos paletós hombrunos y envueltas en velos como odaliscas, mostraban ahora la rosada pulpa de su carne a través de los encajes de las blusas. Empieza para nosotros el verano dijo Maltrana , y con el verano las ilusiones.

Miss Mary se levantó medio dormida, miró el reloj, dijo que era demasiado temprano y pidió a Lita que durmiese un poco más... Lita protestó... hizo abrir los postigos... ¡y ordenó a miss Mary, en el tono más conminativo, que fuese en el mismo momento a comprarle agujas de tejer y lana blanca, celeste y rosada! Miss Mary se negó, probablemente sin comprender bien.

El sol se había retirado ya, dejando sobre el tejado de las casas consistoriales un gran pedazo de cielo teñido de leve tinta rosada, que hacia el cenit tomaba matices azules y hacia el horizonte amarillos. Los habitantes de la villa discurrían por las calles evacuando los últimos negocios del día y gozando aquel suave crepúsculo, al que no estaban avezados.

Ahora dijo en voz bajita y temblorosa dame un beso y escápate de prisa. Al mismo tiempo me presentaba su cándida y rosada mejilla. Yo la tomé entre las manos y la apliqué un beso... dos... tres... cuatro... todos los que pude hasta que rechinar la llave. Y me alejé á paso largo. Dejó de hablar D. Ramón. ¿Y después, qué sucedió? le pregunté con vivo interés. ¿Sin ver á Teresa? Sin ver á Teresa.

Y no menos llama la atención por sus dejos y picarescos aires la...malagüeña de menor cuantía, tipo que media entre la manola y la griseta, vestida con telas de colores vivos, con la cabeza descubierta, vivaracha y provocadora, guiñando el ojo con peligrosa habilidad, morena y rosada, rolliza y tentadora como uno de esos racimos maduros de rosadas uvas que produce el pais.

Una niña hacendosa y caritativa debía tejerles, así como su mamá tejiera a su papá una colcha de seda el verano pasado, tres colchas de lana: una blanca, otra celeste y otra rosada. Ella vendría a buscarlas una noche, dentro de treinta días justos. Si no estaban listas las colchas se volvería a su país, donde andaba siempre viajando... ¡Y para no volver más!