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Actualizado: 20 de septiembre de 2025
¡Oh? sí, sí... el recuerdo... y el agradecimiento. ¿No basta eso? Bien, me quedo con ese dinero, aunque sería mejor que los mil reales restantes se los entregases a la señora Adela. Los gastaría en aguardiente. Me rindo, pero con una condición. ¿Cuál? Ven mañana a almorzar conmigo. Meditó durante un momento Amparo, y contestó: Vendré. Afortunadamente es domingo. Y saludándome alegremente, escapó.
¡Brindo dijo a la salud de los recién casados, a la de toda la honrada compañía y por el descanso de las ánimas benditas! ¡Bravo!, bebamos, y viva la Mancha, que da vino en lugar de agua. A ti te toca, Ramón Pérez; echa una copla, y no guardes tu voz para mejor ocasión. Ramón cantó: Para bien a la novia le rindo y traigo. Pero al novio no puedo, sino envidiarlo.
Yo el peregrino soy que arrodillado Ante el altar modesto de tus lares, Culto rindo á los genios tutelares De la mansion tranquila del placer; Y al contemplarte á tí bajo su amparo Admiro en tí la madre cariñosa, Y las virtudes de la casta esposa, Flores que brota el alma de mujer.
¡Dios mío! ¿volveré a la calle de Santa Fe? ¿y si no le encuentro? son las cinco; pronto obscurecerá... ¿y Quilito? llegar así, ¡sin adelantar nada! me voy a casa de misia Petronila: un desaire más, ¿qué importa? En caso de deshaucio, escribiré esta noche a ese caballero... ¡yo no me rindo! Anda, anda, anda.
Di. ¿Por dicha es nuestro alfaquí, Que compone los casados? El habla entre su canalla; Que aquí no sé si conmigo Osara el perro enemigo Cuerpo a cuerpo hacer batalla: Que no hay una hormiga en él, Ni en otros diez, para Arráez. NARV. Aquí tienes a Narváez, Moro villano y cruel. Desnuda presto la espada. ARR. ¡Ay de mí! Vendido soy. Señor, a tus pies estoy, Y te la rindo envainada.
''Ahora digo -dijo el dueño-, que de vos a un asno, compadre, no hay alguna diferencia, en cuanto toca al rebuznar, porque en mi vida he visto ni oído cosa más propia''. ''Esas alabanzas y encarecimiento -respondió el de la traza-, mejor os atañen y tocan a vos que a mí, compadre; que por el Dios que me crió que podéis dar dos rebuznos de ventaja al mayor y más perito rebuznador del mundo; porque el sonido que tenéis es alto; lo sostenido de la voz, a su tiempo y compás; los dejos, muchos y apresurados, y, en resolución, yo me doy por vencido y os rindo la palma y doy la bandera desta rara habilidad''. ''Ahora digo -respondió el dueño-, que me tendré y estimaré en más de aquí adelante, y pensaré que sé alguna cosa, pues tengo alguna gracia; que, puesto que pensara que rebuznaba bien, nunca entendí que llegaba el estremo que decís''. ''También diré yo ahora -respondió el segundo- que hay raras habilidades perdidas en el mundo, y que son mal empleadas en aquellos que no saben aprovecharse dellas''. ''Las nuestras -respondió el dueño-, si no es en casos semejantes como el que traemos entre manos, no nos pueden servir en otros, y aun en éste plega a Dios que nos sean de provecho''. Esto dicho, se tornaron a dividir y a volver a sus rebuznos, y a cada paso se engañaban y volvían a juntarse, hasta que se dieron por contraseño que, para entender que eran ellos, y no el asno, rebuznasen dos veces, una tras otra.
Por eso rindo tributo de constancia y firmeza a las ideas de mi juventud, algunas hoy tan combatidas, reuniendo estos pobres libros, sin que me arredre el recuerdo de cómo unos fueron censurados, ni espere que retoñe la benevolencia con que otros fueron alabados. Discurro al igual de aquel gran prosista que decía: «No es temor, como no es vanidad».
Yo soy como el labrador A quien alquila el señor La viña por su tributo Pues si no le rindo el fruto, Quejarse puede en rigor. PER. Famoso Alcaide de Alora Y de la fuerte Antequera, Que a Sevilla honrar pudiera, Si la ocasión es agora, Suceso dichoso espera; Que cualquiera piensa hacer Lo que se debe a tener Tu militar disciplina. PÁEZ. Gente a caballo camina. ¿Quién será?
Canta, poeta, canta. Pienso y no es desvarío, que ha de inmortalizar tu canto al pueblo mío. Septiembre, 1915. Al ver los oros tenues de tu encaje, tu lino de eucarística blancura, quiero curar mi hidalga desventura encarcelado en la prisión de un traje. Tal que mis potros es mi amor salvaje; pero, en mi sed de clásica aventura, yo deshojo una flor a la hermosura y la rindo perpetuo vasallaje.
ABIND. A morir me rindo: Tanto, ausente, peno y lloro. MANIL. ¿Qué me darás, y tendrás Nuevas de Jarifa y cartas? ABIND. La vida, el alma que partas. MANIL. Celindo. ABIND. ¡Amigo! ¿Aquí estás? CELIND. Dame tus pies, y ésta toma. ABIND. ¡Que tal bien se me conceda! ¿Cómo mi Jarifa queda? CELIND. Buena, gracias a Mahoma.
Palabra del Dia
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