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Actualizado: 7 de junio de 2025


Soledad, que muy pronto lo advirtió, sintió su alma bañada en alegría celeste, y pensando la inocente que era debido á su cariño, se lo agradeció profundamente. Tal conducta contribuyó infinitamente más á su curación que las recetas del médico. Después que se levantó de la cama gozó todavía algunos días felices.

Las fechas que siguen a ésta, vienen consagradas a circunstancias exclusivamente domésticas, como son: recetas para la cura de enfermedades, observaciones médicas sobre el estado de los aldeanos enfermos que ella había aprendido a curar con ayuda de los libros de M. Tissot.

A ti me dirijo, a ti que eres bueno y me conoces hace tiempo. ¿Bueno yo?... dijo Augusto con ironía . A ver, ¿qué quieres? Necesito..., ¿tendré que decírtelo?..., necesito dinero. Ya... Yo no puedo estar así. Váyanse al diablo tus recetas. Te diré..., yo quiero vivir y esto no es vivir. Dinero para el Pez. No, no; lo necesito para mi procurador y para .

Y añadió dirigiéndose a Montenegro: Déjame ese papelillo en la cámara oscura y ojalá se os caigan las manos antes de traerme más recetas, como si fuese yo un boticario. El viejo se alejó con paso tardo y balanceante hacia el fondo de la bodega, y Montenegro salió de ella pasando por el taller de tonelería antes de regresar al escritorio.

Esta carta es una órden que en mi tiempo daban los señores contador ó tesorero de la hacienda, y con ella el boticario despachaba las recetas que el agraciado solicitaba: para cobrar el importe de estas recetas, que se hacia por años, las pasaba el boticario con su cuenta y visto bueno del contralor del hospital á las oficinas principales de la hacienda, y los señores ministros comisionaban un empleado de su confianza que fuese realizando esas recetas: todo anomalía, todo injusticia si se quiere, y todo rutina, abuso y despotismo, que es necesario destruir y crear órden, regularidad y estricta justicia.

Su poder incontrastable no se ejerce ya sino en un mundo ruin, entre brutos, que se empeñan en jugar y en ganar dinero para parecer hombres, y en que por casualidad les salga algo bien para que se diga que tienen entendimiento, y entre viejecillas ignorantes y viciosas, que poseen algunos secretos y recetas, ignorando el por qué y el cómo, de los mismos prodigios que obran, como son la bruja y los gatos y los monos que la sirven y acompañan.

Y esgrimió el bastón ante la imagen hechicera de la dama vestida de baile. «Has contravenido mi plan; te has burlado de mis recetas. No te salvarás, Isidora. Yo te abandono a tu desgraciada suerte. Siéntese usted, Augusto; deje usted el sombrero» dijo Eponina con melosa urbanidad.

Por eso es de circunstancias... respondí valientemente. Puesto que soy una solterona involuntaria, utilicemos las recetas de las solteronas... Resumamos, señor cura... Para hacer una solterona se toma una joven, se la desilusiona, se le hace traición... No siempre protestó Genoveva.

Decia Martin: Bien me acuerdo de haber estado yo malo en Paris, quando mi primer viage; pero era muy pobre, y así ni tuve amigos, ni devotas, ni médicos, y sané muy presto. Las resultas fuéron que á poder de sangrías, recetas y médicos, se agravó la enfermedad de Candido. Al fin sanó; y miéntras estaba convaleciente, le visitáron muchos sugetos de trato fino, que cenaban con él.

Pero salía por un ojo de la cara el guisar como el Europeo, según doña Águeda. Cuando se trataba de una gran comida o merienda de la aristocracia, ella dirigía las operaciones en la cocina del marqués de Vegallana y entonces recurría al Europeo. En su casa había muy poco dinero y allí se contentaba con las recetas que heredara de sus mayores.

Palabra del Dia

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