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Actualizado: 18 de junio de 2025


Muchas veces el impulso era demasiado rudo; chocaban las cabezas de los niños con sordo ruido, aplastábanse las tiernas narices contra los pliegues del metálico hábito, pero el fervor de la muchedumbre parecía contagiar a los pequeños; eran los futuros adoradores del fraile moro, y rascándose los chichones con las tiernas manecitas, se tragaban las lágrimas y volvían a adherirse a las faldas de sus madres.

El segundo contempló el mapa silenciosamente, rascándose la barba. Luego fué elevando sus ojos caninos, hasta fijarlos en Ulises. ¿Y ? preguntó. Yo me quedo. El capitán del Mare nostrum se ha vendido con su buque. Tòni hizo un gesto doloroso. Creyó por un momento que Ferragut quería librarse de su presencia y estaba descontento de sus servicios. Pero el capitán se apresuró á darle explicaciones.

El siñó Pep, tan absoluto en sus ideas, deteníase antes de tomar una resolución, rascándose la frente con gesto de duda mientras decía en voz baja: «Esto habrá que consultarlo con la atlota». El mismo Capellanet, que había heredado la terquedad paternal, desistía fácilmente de sus intentos de protesta con sólo una palabra de la hermana, una insinuación de su boca sonriente, de su voz dulce.

Todo esto, Marcos, es seguro; pero nosotros somos hombres y cumpliremos nuestro deber: aquí moriremos. Hubo un instante de silencio; Marcos Divès frunció el ceño y no parecía muy convencido. ¡Morir nosotros! exclamó rascándose la cabeza ; no comprendo por qué debemos morir; esto no entra en mis planes; además, hay mucha gente que se alegraría...

Toda aquella prole, aparecida uno a uno, a paso lento y con mirar receloso, se fue colocando en semicírculo, muy apretado, enfrente de ; y como no sabían qué decirme, por más que yo les preguntaba muchas tonterías, y su madre me los iba nombrando por orden de edades, a la vez que los reñía, y no con gran coraje, por un descortés atrevimiento, cada cual entretenía el tiempo y conllevaba el mal rato como mejor podía: quién pellizcándose las narices, quién rascándose la cabeza y quién alguna parte de su cuerpo más baja y más trasera. «Pero ¿no parece me decía su madre en tanto , que gobierna Satanás a estos arrastrados?

¡! dijo sacando los labios y rascándose la calva; no hay otro que me gane en amor al pais y en aspiraciones progresistas, pero... no puedo comprometerme... no si usted está al tanto de mi posicion, una posicion muy delicada... tengo muchos intereses... tengo que obrar dentro de los límites de una estricta prudencia... es un compromiso...

Caragòl, que estaba en la puerta de sus dominios, se llevó las manos al sombrero. Al disolverse la nube amarilla y maloliente, le vieron todos de pie, rascándose la cúspide de la cabeza, descubierta y roja. ¡No es nada! dijo . Un pedazo de madera que me ha hecho una sangría. ¡Fuego!... ¡fuego! Aullaba, enardecido por los cañonazos.

Los gritos y palmadas de los otros rusos acompañaban estas agilidades de loca danza gimnástica. Los judíos polacos y galitzianos, envueltos en sus hopalandas de carácter sacerdotal, contemplaban el espectáculo rascándose las barbas luengas, contrayendo los matorrales de sus cejas casi unidas.

Ofrecieron a Romagné una pensión de ochenta francos mensuales, pero el auvernés respondió con desprecio, rascándose la oreja: ¿Ochenta francos nada menos? ¡Para eso no valía la pena que me arrancaseis de la calle de Sèvres! Allí ganaba tres francos y medio diarios, y enviaba dinero a mi familia. Dejadme trabajar en los espejos, o dadme tres francos y medio.

¡Ah, muchacho! exclama Martín rascándose la cabeza desgreñada; ¡por cuántas desazones he pasado! ¡Cuántas veces me he agitado en el lecho pensando en ti y en la falta que había cometido tal vez contigo!... Después de una pausa continuó: Y sin embargo al verla tan dulce, tan inocente, dime, muchacho ¿me habría sido posible no amarla? Desde que la vi, no fui dueño de mi persona.

Palabra del Dia

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