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Actualizado: 18 de junio de 2025
La noche anterior, en un momento de calma, cuando Pep descansaba en su cocina con el brazo fatigado y el gesto triste del padre que acaba de pegar fuerte, el atlot, rascándose los golpes, había propuesto un arreglo.
Pues mira, aunque mis sudorcillos me había costado, por bien perdido le doy. ¡Eso es ser rumboso!... ¿Y no tienes que pedirme algún otro favor por el estilo? Mujer respondió Bermúdez después de dudar unos instantes y rascándose un poco la cabeza con un dedo , tanto como favor, no diré; pero otro ratito de plática amistosa, nada más que amistosa, del corte de la presente, puede que sí.
No había más que presentarse, y los mismos soldados abrirían las puertas, poniendo en libertad a todos los compañeros presos. El gigantón quedó un momento pensativo, rascándose la frente, como si quisiera ayudar con estos restregones la marcha de su pensamiento embrollado. Está bien exclamó después de larga pausa.
Que asimismo habian sido muy liberales, en distribuir entre ellos los géneros de mas valor, como sedas, brocados, tisues, &a., estimando esta gente mas los paños ordinarios para estar bien abrigados. Que al principio bajaron con sus armas, arcos y saetas, echándolas por tierra en señal de paz y amistad, inclinando el cuerpo, y luego saltando, rascandose y palmeteando.
La verdad es concluyó don Adrián rascándose muy suavemente el codo , que bien consideradas las cosas, señor don Alejandro, y tal y cual van, ¡caray! los particulares de otras familias, no les ha caído a mis hijas la más negra de las fortunas... eso es.
Y como si todavía hubiese podido deslizarse en aquella absoluta carencia de realidades algún error ilusorio, el viajero, rascándose a veces un momento con el extremo del lápiz la ancha y hermosa frente, prosiguió trazando guarismos y haciendo cálculos, hasta tirar otra raya horizontal, derecha, negra e inflexible como un destino adverso, por debajo de la cual apareció esta vez algo menos que cero, una cantidad negativa, una deuda formidable, que era, sin duda alguna, la única realidad con que aquel hombre contaba en el mundo: ¡¡150.000 duros al 15 por 100!!...
De pronto se detuvo, se encaró con Leto, y rascándose suavemente la cabeza con dos dedos, le habló así: O yo no soy perro viejo, o me he olido hasta la calidad de ese clavo, cuanto más la hondura de la brecha que ha abierto en usted.
Quería yo decir repuso ella algo a rastras , que si esa venida no fuera más que... venir por venir... vamos, una venida como otra cualquiera... Ya estoy observó don Alejandro rascándose la coronilla con un dedo . Pero eso es volver adonde estábamos antes... Lo que yo necesito es que me expliques el algo especialísimo que trae consigo esa venida.
Le acompañó hasta la puerta, rascándose la mota, y dejó paso franco: un saloncito, primero, con muebles pretenciosos, y en la pared un cuadro litográfico, con marco negro, representando a San Martín; en medio, una mesita y un tintero de bronce, con el busto de Belgrano.
Pues imagínense, en cuanto estén delante del león, que el león es una liebre... y no hay más.» «Efectivamente replica el menos optimista de los preguntantes, rascándose la cabeza ; sólo que me parece un poco difícil hacer esas suposiciones delante del león.»
Palabra del Dia
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