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Ahora bien; ¿qué imposibilidad habría en que el Conde se enamorase resueltamente de Inesita y se casase con ella? Más desiguales casamientos se han visto y se ven todos los días. Con un poco de fortuna y con la rara discreción de que doña Beatriz se juzgaba dotada, bien podría casar a Inesita con el Conde. Inesita era, como ya se ha dicho, una criatura adorable.

Copiemos también las palabras siguientes de J. Schulze, refiriéndose á la representación, hecha en Weimar, de El Príncipe constante: «Esta tragedia, representada con rara perfección, parece haberse propuesto, como objeto principal, poner de relieve la idea cristiana, cuya ansia de perfección puede reducirse al silencio por un momento con la posesión de las virtudes más relevantes, sin quedar nunca satisfecha por completo, demostrándolo así el heroísmo y el martirio del infante D. Fernando, triunfo el más digno del cristiano contra todos los poderes de la tierra ... No ha sido dado á la musa alemana ofrecer al Eterno, en el sublime altar de la religión, un drama cristiano tan perfecto, nacido en el seno de la patria y rebosando gratitud y humildad, y de aquí que, contentos y agradecidos, como conviene al carácter benévolo del pueblo alemán, nos hayamos apropiado uno extranjero

Rara y muy poco airosa sería para nosotros esta mediación; pero es tan grande nuestro deseo de paz, que hasta cierto punto nos conviene pasar por todo. Explicaré ahora la limitación que contenida en la frase hasta cierto punto. Para , la limitación no puede ser más clara.

Y cosa rara en ese país del sol, del mar, de las montañas y del magnífico cielo! ese pueblo no manifiesta, como era de esperar, el sentimiento artístico.

Abrióla una joven como de diez y ocho años de edad, que al ver el aspecto abatido del viejo, y sobre todo al ver que un desconocido le acompañaba, cosa sin duda muy rara en él, dejó escapar una exclamación de temor y sorpresa. "¿Qué hay? ¿Qué le ha pasado á usted?" dijo cerrando la puerta, después que los dos estaban en el pasillo.

Ninguno dijo la muchacha. ¡Ah! pues entonces jugaremos. ¿Y qué vamos á jugar? El derecho exclusivo de hacerla el amor, y el regalo para que se ablande. Vaya, vuesas mercedes están muy divertidos dijo la muchacha poniéndose encendida como una amapola. ¡Ah! dijo el alférez , ¿todavía tienes vergüenza? cosa rara estando sirviendo en esta casa y siendo tan bonita.

Por donde conjeturo que el tesoro de la fermosura desta doncella le debe de guardar algún encantado moro, y no debe de ser para . -Ni para tampoco -respondió Sancho-, porque más de cuatrocientos moros me han aporreado a , de manera que el molimiento de las estacas fue tortas y pan pintado. Pero dígame, señor, ¿cómo llama a ésta buena y rara aventura, habiendo quedado della cual quedamos?

Pero ni siquiera se atrevió a intentar acercarse, lo cual hubiera sido en todo caso muy difícil, pues no había de dejar el caballo en la plaza. Lo que hacía era aproximarse lo más que podía al balcón, ponerse en pie sobre los estribos, estirar el cuello y hablar bajo para que ella tuviese que inclinarse sobre la barandilla si quería oírle, que quería aquella tarde. ¡Cosa más rara!

Atado además de sutilísima cadenilla, pendiente de un brazalete, llevaba esta señorita, para colmo de distinción caprichosa y rara, un magnífico escarabajo vivo, que se le paseaba por el brazo, el talle y la desnuda garganta y cuyo refulgente color verde oscuro le hacía parecer animada esmeralda. La mamá nada tenía de extraño en su tocado y vestido.

Todos la amamos con una dulce piedad, sin violencias y sin delirios, con un deleite que tenía algo de romanticismo, de rara emoción artística. Amamos su belleza agonizante, con la intensidad de tristeza que sentimos en los adioses para siempre. Había en ella un misterioso encanto de ultratumba.