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Actualizado: 28 de junio de 2025
Atado además de sutilísima cadenilla, pendiente de un brazalete, llevaba esta señorita, para colmo de distinción caprichosa y rara, un magnífico escarabajo vivo, que se le paseaba por el brazo, el talle y la desnuda garganta y cuyo refulgente color verde oscuro le hacía parecer animada esmeralda. La mamá nada tenía de extraño en su tocado y vestido.
A veces se detiene, como ante un precipicio; a veces corre veloz, como una locomotora. Mezcla lo alto y lo bajo, lo noble y lo ruin, la mariposa y el estiércol, la mirla y el escarabajo, el dicterio y la canción. Todo sale embellecido y purificado de aquella péñola incomparable, péñola que hoy bendice todo un pueblo, y es lumbre de la humanidad.
Aquel don Fermín que allá abajo en la calle de la Rúa parecía un escarabajo ¡qué grande se mostraba ahora a los ojos humillados del monaguillo y a los aterrados ojos de su compañero! Celedonio apenas le llegaba a la cintura al canónigo.
En los poetas románticos, de inspiración, es más aceptable ese vicio absurdo y abyecto yo juzgo de esto con un criterio rabiosamente burgués . Es raro en Poe, que fué el espíritu del equilibrio, del análisis matemático ved La carta robada, El doble crimen de la calle Morgue, El escarabajo de oro , que al escribir sus cuentos enunciaba y resolvía los más sutiles problemas matemáticos.
Nolo, que ya se había alejado unos pasos, se volvió y dijo: ¡Al caer este árbol te aplastará como lo que eres, como un escarabajo!... Cuenta conmigo si le ha pasado algo á Demetria. ¡Y tú conmigo! le gritó Plutón. Cuando el mozo de la Braña llegó á casa del tío Goro había ya en derredor un tropel de gente. Se comentaba con calor la desaparición de Demetria.
Pero el poeta, un día que iba a ver a su prometida, divisó un escarabajo y, tomándolo por mal augurio, renunció a su pintoresco enlace. Con todas estas noticias, conociendo su labor poética, sus inquietudes filosóficas y su fértil imaginación, que contrastaba con su vida de bohemio menesteroso, este soneto epitafio tiene un gran interés de emoción: SONETO EPITAFIO
Sintiéronse dos o tres pesados revuelos de gordos faisanes y un barullo entre las ramas bajas y las hojas secas, al viento de ese escopetazo que agitó, despertó y atemorizó a todo bicho viviente en el bosque. Los musgaños se ocultaban en lo más hondo de sus agujeros. Un escarabajo, que salió del hueco del árbol que nos guarecía, movía sus ojos prominentes y estúpidos, yertos de terror.
La escena de Aristófanes, en su comedia La Paz, cuando el pacífico Trigeo sube al Olimpo montado en un escarabajo, se representaba entonces en España: el Olimpo estaba desierto y sólo quedaban allí la Guerra y el Estrago, machacando en un mortero una nación entera y sirviéndoles de mano un general ambicioso.
Palabra del Dia
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