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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Jugueteaban las manos de Mina en sus cabellos lacios, de un rubio blancuzco, pero distraídamente, con un descuido de madre preocupada, sin que ojos descendiesen hasta él. Miraba a Fernando con una franqueza varonil, cual si fuese un camarada, sonriendo a todas sus palabras sin saber por qué. Fijábanse sus pupilas en las pupilas de él resueltamente, como si quisiera sondearlas con su fluido visual.

Trascurrida una semana sin que Pepe volviese a la casa, Paz se acusó de ello, ya preocupada con aquella desaparición, y pensó en el pobre muchacho cual si fuese un amigo ofendido: se acordó también de que no le había pagado, pero no se le ocurría modo discreto de enviarle el dinero. ¿Por un criado?

El modo de andar de aquel hombre, de quien no percibía más que el bulto, no era de un campesino. Gonzalo dormía aquella noche en Sarrió. Además, su cuñado era mucho más alto. Fuertemente sobreexcitada por una idea espantosa, se acostó otra vez, pero no logró dormir. Todo el día siguiente estuvo triste y preocupada.

Le defenderemos rectificó calurosamente el digno notario. Cuando Carlos volvió encontró a su madre adoptiva ligeramente preocupada. Una nube fugitiva que se ponía algunas veces en sus tranquilas facciones obscurecía el brillo de sus bellos ojos, tiernamente fijos en él y en los que se leía una vaga alarma. Una carta para ti dijo dándole un sobre blasonado. El joven la abrió y la leyó rápidamente.

No era, sin embargo, el aburrimiento el que había traído aquella mañana a la condesa de Albornoz a entretenerse con sus hijos: parecía, por el contrario, preocupada, un poco inquieta, y notábase en ella esa agitación nerviosa de todo el que espera algo que teme o le importa. Lilí tuvo una idea felicísima: propuso a su madre que hiciese retratar a Paquito con sus premios.

Mire usted siguió la niña, asiendo de un flexible mimbre y divirtiéndose en coronarse con la obediente rama , ¡a que no es usted capaz de creer que su tristeza se me va pegando, y que también yo me hallo así... no cómo, preocupada, vamos! Diera... lo que no por verle contento y... natural, como son todos los hombres. Usted no tiene el mirar ni la cara como los demás, Don Ignacio.

, señora; era necesario tener una gran confianza en la persona que viviese en aquella celda. Y... ¿no hay otra desocupada? No; no, señora: apenas tenemos convento: será necesario ensancharlo: no cabemos. ¡Bendito sea Dios! ¿Piensa vuecencia traernos alguna novicia ó alguna educanda? No, no por cierto. La condesa, que estaba profundamente preocupada, calló. La tornera calló también por respeto.

Besaron religiosamente, como un relicario, aquella pequeña mano blanca que acariciaba la esperanza de un crimen. Al despedirse, la hermosa mujer aun repetía: Rabichon, Lebrasseur, Chassepie y Mantoux. El duque fue el último en salir. ¿En qué piensa usted? le dijo ; parece usted preocupada. Pienso en Corfú. Piense usted en los amigos de París. Buenas noches, señor duque.

, le admira... lo he leído en sus ojos... muy bien que hasta ahora no había mimado a su hija de usted... Excúseme usted... soy algunas veces tan distraída... suelo estar tan preocupada... Me decía usted, señor Fabrice, que eran ustedes todo el uno para el otro... ¿Hace mucho que esa pobre niña perdió a su madre? Poco más de cinco años. ¿Se casó usted muy joven? , muy joven.

Después que despachó su tarea, se dio a pensar en su hija, que en aquellos momentos estaba en su tocador. Luz andaba algo preocupada con la indisposición de Ángel: cosas de chicuelas enamoradas. La marquesa ignoraba lo del grave punto que había quedado pendiente la antevíspera entre los dos interesados.

Palabra del Dia

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