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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Mas al verme llegar a la reja con el gabán puesto, dejando asomar la corbata blanca y la pechera de la camisa, observé que se esparcía por su rostro una leve nube de tristeza. Me habló durante largo rato distraída, preocupada.
Estaba vestida con gran elegancia y sobre la carne pálida de su escote centelleaban varios brillantes. Parece preocupada había dicho Isidro al principio de la comida . Está sin duda de mal humor. No le mira a usted, Ojeda, como otras veces. ¿Es que ya no son amigos?... Transcurrió la comida sin que Fernando consiguiese encontrar sus ojos con los de la norteamericana.
Perezosamente apoyado en los umbrales de la puerta, el Príncipe silbaba aguardando la hora de comer. El fuego era más vivo que nunca y la señora Princetot, preocupada con sus cacerolas, ni siquiera levantó los ojos al entrar Delaberge. La delgadísima criada, sentada ante la mesa, preparaba displicentemente una ensalada. ¿No ha traído nada el cartero? preguntó el inspector general.
En efecto, por una diplomacia femenina digna de un discípulo de Talleyrand, la condesa no parecía jamás preocupada por las acciones de su hijo, y los hilos que hacía mover estaban muy hábilmente disimulados para inspirar la menor sospecha a la naturaleza más quisquillosa.
Otro día que acababa yo de sufrir con mi ordinaria impasibilidad los sarcasmos de la señorita Margarita, su madre me llamó aparte. Señor Máximo me dijo, mi hija le atormenta un poco, le suplico que la excuse. Debe notar que su carácter se ha alterado desde hace algún tiempo. La señorita parece más preocupada que de costumbre... ¡No es sin razón, Dios mío!
Ya pueden ustedes venir dijo la esposa, que salió delante de ellos muy preocupada. ¡Estómagos, a defenderse! Algunas palabras había cogido la Delfina al vuelo que no tenían, a su parecer, ninguna relación con aquello de las Cortes, el coronel Iglesias y el ministerio Palanca. Indudablemente había moros por la costa. Era preciso descubrir, perseguir y aniquilar al corsario a todo trance.
Iriondo no tenía la certeza de ello pero lo presentía. Era un suceso que llevaba preocupada á toda la familia durante la semana. La esposa quería verle atravesar Bilbao, con la cabeza descubierta, en las filas de los devotos. ¡Qué triunfo para la religión!
Igualito es a su madre, ¿te acuerdas, Casilda, que Pilar era así?... Pero, aquí yo no veo motivo; el disgusto de esta mañana no pasó de una tontería; voy a subir. No, Pablo, ¿para qué? Déjalo solo; es mejor. Le dejaremos, pues; pero, hazme el favor de cambiarte de cara, Casilda. ¡Jesús! ¿por qué me lo dices? Me pareces muy preocupada, hija. Aprensión tuya, Pablo.
Por el contrario, apenas sabía leer y escribir, pero era un buen mozo y disponía á su capricho de todas las artes que cultivan los varones metidos en sus casas para atraer y dominar á las pobres mujeres. Como la mujer vive preocupada por sus negocios y vuelve á su domicilio rendida de tanto trabajar, ignora el modo de precaverse de tan diabólicas asechanzas.
Huberto, para verla caminar más tiempo así, silenciosa y preocupada, a dos pasos de él, habría querido que Diana fuese más habladora, y la alameda infinitamente más larga. Era un dilettante en materia de vivir. Se felicitaba de haber presentido «una perfección» en María Teresa, y una fuerza creciente lo atraía hacia ella.
Palabra del Dia
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