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Actualizado: 28 de junio de 2025
La gente paseaba por las calles de Grand-Fontaine; un corro de muchachas se hallaba parado delante del lavadero; algunos viejos, cubiertas las cabezas con gorros de algodón, fumaban una pipa junto a la puerta de sus casuchas. Aquel enjambre humano, en el fondo de la llanura azulada, iba, venía y se agitaba sin que un aliento o un suspiro llegase al oído de los cazadores.
Pero antes de quedarse solo con Juana, Jacobo había tenido tiempo de hacerse algunas reflexiones amargas; parado frente a ella, parecíale, tanto le había sorprendido su elegante belleza, que la veía por la primera vez. Llevaba con la castidad de Diana la moda indecorosa de aquella época, y mostraba fuera de su estrecha bata obscura, su busto casi entero y su brazos flexibles y puros.
Mucho hay de eso dijo Gabriel . Es indudablemente el servicio más importante que el ejército ha prestado a España. Sin él, ¡quién sabe en lo que hubiesen parado las guerras civiles, en este país tan estacionario y tímido ante las reformas!
Digo muy largas, porque le sobresalian á uno y otro lado, de tal modo, que alcancé á vérselas, aunque me cogia de espaldas, como he dicho. Me quedé parado, observándole, calculé, y por instinto resolví que debía ser M. Guizot. Me llego al menestral, contra el deseo de mi mujer que me tiraba fuertemente del brazo, y le suplico que tenga la bondad de decirme quién era el sujeto en cuestion.
He preguntado en seis u ocho fondas; he entrado en los restaurants; me he asomado a los cafés; paso y repaso por casa de Botín; permanezco largos ratos parado en el escaparate de Tournié. Y no lo encuentro. Una vez he creído reconocerlo.
Muy mal parado estaba el infeliz Elías; y ya se encomendaba á Dios con toda su alma, cuando la inesperada llegada de un nuevo personaje puso tregua á la cólera de sus enemigos, salvándole de una muerte segura. Era un militar alto, joven, bien parecido y persona de noble casa sin duda, porque, á pesar de su juventud, llevaba charreteras de una alta graduación.
Estoy aguardando á mi amo el señor de Vanderdendur, negociante afamado, respondió el negro. ¿Ha sido por ventura el señor Vanderdendur quien tal te ha parado? dixo Candido.
Su rostro es gordinfloncillo, el pelo de un rubio amarillento, frío; el aire bobalicón y parado: pero resulta simpática, casi bonita, porque tiene el encanto de la inocencia y del candor; la infancia triunfa en ella del tipo de la raza: es tan niña que todavía no ha adquirido el empaque que afea a las damas de su prosapia.
¡Oh! ¡Dios mío! ¡os va á parecer detestable mi almuerzo! El rey no almuerza tan bien como vos, ni con tan buen servicio... apuesto á que esta plata ha venido en derechura para vos del Potosí... Ved ahí que me importa poco el lugar de donde haya venido. Debe importaros mucho más el lugar en donde ha parado. Sabe Dios si para. Mejor, porque será río si corre. Me voy cansando...
Protegido por sus sombras salí á todo escape, y, á la luz de las estrellas, divisé mi borrico, que comía allí tranquilamente, atado á una encina. Montéme en él, y no he parado hasta llegar aquí... Por consiguiente, señor, déme V. los mil reales, y yo daré las señas de Parrón, el cual se ha quedado con mis tres duros y medio.
Palabra del Dia
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