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Actualizado: 20 de julio de 2025


Pasado el último montón de roca triturada y arcilla, cruzando la última disforme hendidura, ¡cómo abrían sus largas filas para recibirles los hospitalarios árboles! ¡Con qué indefinible alegría los niños, no destetados por completo del pecho de la generosa madre común, se echaron boca abajo sobre su rústico y atezado seno con extrañas caricias, llenando el aire con su risa! y ¡de qué manera doña María, esa persona felinamente desdeñosa y atrincherada siempre en la pureza de su apretada falda, cuello y puños inmaculados, lo olvidó todo y corrió como una codorniz, al frente de su nidada hasta que, saltando, riendo y palpitante, suelta la trenza de cabello castaño, el sombrero colgando del cuello por una cinta, dio de repente en lo más espeso del bosque con el malaventurado Sandy!

El aspecto del dormitorio no había cambiado desde la noche de su fuga. No qué otros recuerdos se le ocurrieron; pero, de repente palideció, estremeciose y escuchó con el corazón palpitante y con la mano en la puerta; acercose al espejo, y entre tímida y curiosa, separó las trenzas de rubio cabello, de su sonrosada oreja, descubriendo una fea herida no bien restañada todavía.

Los regalitos fueron la fruta cuya dulzura le quitó la inocencia, y por culpa de ellos un ángel con espada de raso me la echó de aquel paraíso en que su Bringas la tenía tan sujeta. Nada, nada... cuesta trabajo creer que aquello de Doña Eva sea tan remoto. Digan lo que quieran, debió pasar ayer, según está de fresquito y palpitante el tal suceso. Parece que lo han traído los periódicos de anoche.

Después... un pecho anheloso sirviendo de almohada palpitante a un rostro agradecido, y, por fin, el resplandor del alba que, como virgen pálida y envidiosa, llamaba temblando en los vidrios del balcón para decir a los felices amantes: «¡BastaMas no todo lo que Cristeta sentía era deliciosamente impuro, no; que junto a la involuntaria tentación del deseo también bullían en su alma ideas ajenas al placer.

En rústica, 5 pesetas; en tela, 7. DE ESTA COLECCIÓN HA PUBLICADO CALPE LAS SIGUIENTES OBRAS, DE PALPITANTE INTER

Eran los pastores. Luego, un grupo de garrochistas de afición, entre los cuales galopaba doña Sol, palpitante por esta carrera loca al través de las sombras, en la cual un paso en falso de la cabalgadura, una caída, significaba la muerte por aplastamiento bajo las duras patas del feroz rebaño que venía detrás, ciego en su desaforada carrera.

Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras, de tal modo, que el latido de mi pecho palpitante procurando dominar, «es, sin duda, un visitante repetía con instancia que a mi alcoba quiere entrar; un tardío visitante a las puertas de mi estancia... eso es todo, ¡y nada más

El acto había estado brillantísimo; en el fondo del salón ocupaban un estrado, ricamente dispuesto, los cien alumnos del colegio, con sus uniformes azules y plata, agitados todos por la emoción, buscando con los ojillos inquietos, arreboladas las mejillas y el corazón palpitante, entre la muchedumbre que llenaba el local, al padre, a la madre, a los hermanos que habían de ser testigos y partícipes del triunfo.

Entonces como un torrente largo tiempo contenido que rompe en fin sus diques, continuó con un arrebato extraordinario: Es verdad, sin embargo y deponía su mano sobre su palpitante pecho. Dios había puesto en este corazón todos los tesoros de que me burlo, de que blasfemo á cada hora del día.

Ella, en cambio, parecía aspirar con delectación por su naricilla sonrosada y palpitante, el vaho de macho campesino, el olor de cuero, de sudor y de cuadra que se esparcía con los movimientos del arrogante galán. Bebe, Rafael: anímate. ¡Mira a mi hombre qué amartelado está con sus serranas!

Palabra del Dia

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