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Actualizado: 27 de junio de 2025
La familia hizo de ello un misterio, y los murmuradores se contentaron con repetir que el capitán Fuenleal estaba loco por mi tía, pero que ésta envanecida y orgullosa de su hermosura, jugaba con el corazón de su amartelado, sin dejarse coger en las amorosas redes, sin dar prenda que la comprometiese más tarde. Pasaron los días, los meses y los años, y nada supo Pluviosilla del capitán Fuenleal.
La vivaracha Flora le hacía sufrir crueles tormentos; mostrábase con él indiferente, desdeñosa; rechazaba con empeño todos los obsequios que el amartelado mancebo le prodigaba. Á ti no te parecerá, como á Demetria, que hemos llegado tarde manifestó Jacinto dirigiéndose á ella con sonrisa triste. Tú lo has dicho. Á mí me parece que habéis llegado demasiado pronto.
Ni soy río en la corriente Que en la mar he de parar; Que es mi amor el mayor mar, Y ansí es bien que el tuyo aumente. Ni he venido amartelado, Que Dios sabe que tú has sido Quien de aquesta boca ha oído Amores que te he enseñado. Alegra el rostro y escucha, Volviendo a tu gracia el alma, Que está ya la vida en calma. JARIFA. Y dime, ¿la herida es mucha? ¿Dónde la tienes?
Con esto se encendía más y más en el corazón del amigo Migajas la llama que le devoraba, y su atrevida mente concebía dramáticos planes de seducción, rapto y aun de matrimonio. Una noche, el amartelado galán acudió puntual á la cita. La señora estaba sentada al piano, las manos suspendidas sobre las teclas, y el divino rostro vuelto hacia la calle.
El Faro de Sarrió fué para nuestro amartelado joven un medio admirable de dar forma a las vagas fantasías, inquietudes, ardores y tristezas que a la continua lo agitaban, y declararse sucesivamente con acrósticos misteriosos e iniciales a todas las beldades más o menos macizas que ostentaban sus amables curvas por las calles de la floreciente villa.
Ella, en cambio, parecía aspirar con delectación por su naricilla sonrosada y palpitante, el vaho de macho campesino, el olor de cuero, de sudor y de cuadra que se esparcía con los movimientos del arrogante galán. Bebe, Rafael: anímate. ¡Mira a mi hombre qué amartelado está con sus serranas!
Mas una noche, al regresar la joven de hacer entrega de costuras, halló a Fortunato bajo el dintel de la casa, y antes de que éste le endilgase uno de sus habituales piropos, ella con voz dulce y argentina como una lluvia de perlas y que al amartelado mancebo debió parecerle música celestial, le dijo: Buenas noches, vecino.
Salía de la fonda muy de mañana, comía fuera, paseaba lejos y regresaba tarde. No hubo compañero de Cristeta que tropezase con él. Luego transcurrieron unos cuantos días sin que ella recibiese cartas de su amartelado caballero, lo cual estimuló su impaciencia, y ya comenzaba a darse casi por olvidada, cuando una noche el desasosiego se le trocó en alegría.
Poco después, con ánimo de socorrerla indirectamente, y sabiendo cuál había sido de soltera su oficio, la dio alguna ropa que arreglar, y, hoy un viaje de él a su casa, mañana una visita de ella a la imprenta, al cabo de algunas semanas, como esto coincidiese con el acentuado desvío de Leocadia, comenzó a fijarse en Engracia, requebrándola entre rudo y amartelado con una delicadeza a que ella no estaba acostumbrada.
Mas los maridos sois ríos Que, en allegando a la mar De la noche del gozar, Perdéis del curso los bríos. ¿Tan fea soy, engañador? ¿Tan poco te he regalado? Debes de estar enseñado A otra experiencia mayor. Si amartelado venías, ¿No era remedio bastante Una mujer ignorante Que para mujer querías?
Palabra del Dia
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