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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Pasó el tiempo, pasó el tiempo y no venías. ¿Pero dónde está? preguntaba Catalina. ¿Qué yo? la decía. A la una de la mañana, viendo que no venías, yo me fuí a la cama. Estaba molido. Me dormí y me desperté muy tarde y me encontré con que la monja y Catalina se habían marchado y no habías venido.

; pero aún no era como ahora... no éramos todavía uno de otro. ¡Venías... por lo que yo me !... ¡A estas alturas sabe Dios si tendré encanto ni atractivo para ti! No seas simple, vidita, antes te quería por lo que esperaba, ahora por lo que tengo. ¡Cualquiera diría que ir quince días a París, a Madrid, o donde sea, es una separación eterna!

Yo te recogí, curé tus heridas, y desde entonces no me has abandonado. Cuando los graciosos del regimiento se burlaban de , y me llamaban cura-perros, venías a lamerme la mano que te salvó, como queriendo decirme: 'los perros son agradecidos'. ¡Oh Dios mío! Yo amaba a mis semejantes.

17 Ananías entonces fue, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo, hermano, el Señor Jesus, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. 18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado. 19 Y cuando comió, fue confortado.

Ya imaginaba yo que no venías. ¿Dónde has estado, peal? ¡Cómo te atreves a tardar, haciéndote de pencas, cuando toda la sal de la tierra se está derritiendo por ti y el sol de la hermosura te aguarda! Mientras Antoñona expresaba estas quejas, no estaba parada, sino que iba andando y llevando en pos de , asido siempre del brazo, al colegial atortolado y silencioso.

Gracias, señora, muchas gracias. No te faltará qué comer, ni cama en qué dormir. Me has servido, me has acompañado, me has sostenido en mi adversidad. Eres buena, buenísima; pero no abuses, hija; no me digas que venías a casa con el moro de los dátiles, porque creeré que te has vuelto loca.

Mas los maridos sois ríos Que, en allegando a la mar De la noche del gozar, Perdéis del curso los bríos. ¿Tan fea soy, engañador? ¿Tan poco te he regalado? Debes de estar enseñado A otra experiencia mayor. Si amartelado venías, ¿No era remedio bastante Una mujer ignorante Que para mujer querías?

De Julieta respondió con igual asombro doña Juana ; de Julieta, que debe de haber huído de casa anoche o esta mañana muy temprano.... Pues ¿de qué otra cosa venías a hablarme ? Doña Juana no obtuvo respuesta a esta pregunta, porque su marido cayó al suelo como un tronco, sin soltar el telegrama que llevaba en la mano.

Basta de niñerías dijo don Juan de repente, atrayendo hacia la puerta y abriéndola de par en par . Entra en mi cuarto, o déjame que entre en el tuyo, y hablaremos tranquilamente. ¿Tranquilamente? ¿Lo dudas? ¡Como no me has avisado que venías, y luego has tomado ese cuarto! ¿Había de irme lejos pudiendo estar cerca? ¡Dilo, alma mía!

En el salón se oyó la voz de algunos que decían adiós al Marqués... ya no quedaban en la casa más que los convidados.... Glocester, sacando fuerzas de flaqueza, se levantó, tendió la mano a doña Rufina, y salió diciendo chistes, haciendo venias y prodigando risas falsas.

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