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Actualizado: 20 de julio de 2025
»Antes, sólo elevaba mis oraciones a Dios; ahora, le ruego a Dios, pero también le ruego a ella. »Hábleme de Magdalena con frecuencia, con mucha frecuencia, pero hábleme también de usted. ¡Ay! Le hago esta recomendación con el corazón palpitante y temblándome la mano porque temo ofenderle o incurrir en su desagrado. Quizás la achacará usted a curiosidad o a indiscreción de mi parte.
Freya fué instintivamente hacia ella, como un insecto hacia la luz, dejando á sus espaldas el cuarto sombrío y húmedo, cuyo papel pendía á trechos. «¡Qué hermoso!» El golfo, encuadrado por la ventana, parecía un lienzo con marco, un original vivo y palpitante de las infinitas copias esparcidas por el mundo.
Despidióla con larga propina. Al abrir después con mano trémula la carta, percibió el perfume de sándalo que Venturita usaba. Ofrecióse súbito a su imaginación la imagen hermosa provocativa de la niña, y removió las últimas fibras que en su ser aun no habían vibrado. Acercóla a los labios, y embriagado y palpitante de deseo, la besó con frenesí repetidas veces. ¡Pobre Cecilia!
Parecíame ver aquellas pobres casas adornadas con sus Nacimientos y animadas por la alegría de la familia: recordaba la pequeña iglesia iluminada, dejando ver desde el pórtico el precioso Belén, curiosamente levantado en el altar mayor: parecíame oir los armoniosos repiques que resonaban en el campanario, medio derruido, convocando a los fieles a la misa de gallo, y aun escuchaba con el corazón palpitante la dulce voz de mi pobre y virtuoso padre, excitándonos a mis hermanos y a mí a arreglarnos pronto para dirigirnos a la iglesia, a fin de llegar a tiempo; y aun sentía la mano de mi buena y santa madre tomar la mía para conducirme al oficio.
¿Quién va? dijo desde dentro una voz bien conocida. Velázquez puso los labios sobre la cerradura y respondió en voz de falsete: Abre. ¿Quién es? preguntó Soledad. Antonio. Aguarda un momentito. Oyó el majo, con el corazón palpitante, el rechinar de una cama y el ruido de unos pies que se ponen en el suelo. Al instante se abrió la puerta. Pasa dijo Soledad con voz apagada. Velázquez obedeció.
Hasta ahora no sirven para ilustrar mucho la situación: egoísmo, filosofía, mal humor y recriminaciones, esto es lo que nos dan las cuatro primeras muestras. La de Ribert asegura que esto es ya un éxito enorme que nos promete para los días siguientes cartas de un interés palpitante. Como yo no pido más que palpitar, espero... «Bernardo Monastiel a una persona seria.
Y su busto sangriento y palpitante Pusieron por escarnio en la picota; Y su sangre que cae gota por gota Marcando está las horas del dolor. El pueblo le contempla con asombro Y de su labio cárdeno y helado Parece que esperase atribulado El grito de Esperanza y Redencion.
Los sacerdotes aztecas abrían el pecho de sus víctimas y arrancábanles el corazón, palpitante aún, para ofrecerlo al terrible Huichilobos, que presidía el Cu mayor... Constantemente se oía el rumor de la pelea y arroyos de sangre por todos lados me cercaban... Retumbó en mis oídos el «triste sonido» del tambor que, según Bernal Díaz, podía oírse a dos leguas de distancia, y desperté excitado.
Muñoz se disimulaba en la nave izquierda, y aguardaba con el corazón palpitante. Aguardándola, su imagen empezaba a representársele, traída por el deseo, en tanto que la iglesia, su bóveda, los altares llenos de cirios, oscilaban para sus ojos como un confuso sueño.
Yo que, guiado por el amor, había penetrado de golpe en lo más íntimo y profundo de aquella naturaleza ardorosa, perfumada, palpitante, dejando perderse en ella mi ser antiguo, grave y soñador, de hombre del Norte; yo, que aspiraba y recogía por todos los poros la vida andaluza, como si aquella fuese mi patria verdadera y a la cual fuera restituido después de muchos años de ausencia, me encontraba ahora despegado, solitario.
Palabra del Dia
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