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De pronto, hubo algo en su espíritu que podría compararse a un vuelco súbito, o movimiento de cosas que, girando sobre un pivote, estaban abajo y se habían puesto arriba. Las manos le temblaban, sus ojos echaron chispas, y cuando dijo matarles, matarles, su voz sonó en falsete como en la noche aquella funesta, después del atropello de que fue víctima en Cuatro Caminos.

¿Puedo entrar? dijo de suerte que no lo oyó más que ella y el cuello de la camisa. ; muy despacito... ¡cuidado con hacer ruido!... Aguarde; déjeme cerrar la puerta... Va a tropezar con algo. Deme usted la mano; yo le llevaré hasta el escaño. Quedaron efectivamente en completas tinieblas. Rosa hablaba en falsete, tan bajito que sus palabras salían de la boca como levísimo soplo.

Aquélla le daba con un abanico aire, que el enfermo instintivamente trataba de recoger. Ofrecía ya en su fisonomía todos los signos de la muerte. D.ª Eloisa, al sentir el ruido de la puerta, volvió su rostro bañado de lágrimas, e hizo seña al sacerdote para que se aproximase. Hace un cuarto de hora que está en el ataque dijo con voz de falsete.

Aquello fué una delicia: se quemó mucho incienso, se cantó mucho en latin, se gastó mucha agua bendita el P. Irene en obsequio de su amigo cantó con voz de falsete el Dies iræ, desde el coro y los vecinos cogieron verdadero dolor de cabeza con tanto doblar á muerto. Doña Patrocinio, la antigua rival de Cpn.

Cogió de la mano a Andrés y le guió suavemente hasta el escaño que había delante del hogar, donde tantas veces habían formado tertulia en las tardes de lluvia. Se sentó, y tirando de la mano al joven le obligó a sentarse también. Pensé que Rafael no te había dado mi recado. Hace una hora estuve silbando ahí delante dijo él en falsete y sin soltar la mano de su amiga.

Dame una frazada gruesa murmuró, tengo mucho frío. Hice lo que me había pedido y me senté de nuevo a su lado. Ella se apoderó de mis manos y las estrechó como si hubiera querido calentarse con su contacto. ¿Has dormido bien? preguntó con esa misma voz de ronco falsete que no le conocía.

¡Cómo has tardado tanto, hijo! siguió con acento de mal humor, mientras cerraba de nuevo la puerta. Ya no contaba contigo. Te he estado esperando un rato muy largo y, al fin, viendo que no venías me he determinado á meterme en la cama... Espera, voy á encender un fósforo. ¡No! dijo Velázquez con la misma voz de falsete. ¿Por qué no?

En vano intentó doña Lupe saber lo que había ocurrido de los propios labios del joven. Este no decía más que «¡machacárselocon aquella voz de falsete, que era otra novedad para su tía. Acostáronle con no poco trabajo, y le llenaron de bizmas. El médico de la Casa de Socorro vino y ordenó el reposo.

Reinaba, pues, silencio, aunque no podía evitarse el zumbido particular que origina la aglomeración de gente en un sitio, producido por el roce de los pies, el movimiento de los cuerpos, y sobre todo por las frases reprimidas que en tono de falsete dejaban caer los unos en los oídos de los otros.

Y en efecto, así que entró en el salón, comenzó a dirigirse a las muchachas gritando con voz de falsete: Hola, Rosarito, ¿dónde has dejado a Anselmo? Ya sabemos que todas las noches a las diez le tiras una cartita por el balcón. ¡Pero, don Jaime! exclamaba la niña mirándole con sorpresa. ¿Usted cómo viene así? ¡Diablo! Ya me ha conocido decía el buen Marín alejándose.