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Actualizado: 13 de mayo de 2025


¡Es la última vez, don Zaninski, que vengo a verlo por su toro! Acaba de pisotearme toda la avena. ¡Ya no se puede más! El polaco, alto y de ojillos azules, hablaba con extraordinario y meloso falsete. ¡Ah, toro, malo! ¡ no puede! ¡ ata, escapa! ¡Vaca tiene culpa! ¡Toro sigue vaca! ¡Yo no tengo vacas, usted bien sabe! ¡No, no! ¡Vaca Ramírez! ¡ queda loco, toro!

Y mientras decía esto, por no estar inactivo, cogía de un telar la cazuela llena de granos, lanzando con voz de falsete un ¡pul! ¡pul...! interminable, y arrojaba puñados al suelo, arremolinándose en torno de él las gallinas y palomos, escandalosas, agresivas, disputándose aquel maná con furiosos picotazos.

Mientras proseguía embebecido en esta fructuosa tarea, el cura de la Segada apartóse un momento de la conversación y le clavó los ojos con expresión reflexiva. Después, volviéndose al conde con la misma voz de falsete, le dijo: La única persona que cuenta en este país con bastantes fuerzas para ganar unas elecciones es D. Baltasar Rodríguez.

Los del grupo de éste le persuadían de que una bofetada no tenía valor alguno cuando la daba un ser tan insignificante como Grass. Todos por acuerdo tácito hablaban en falsete. No se oía más que un murmullo suave como el de un confesonario. Pero la voz fuerte, estridente de Timoteo rompía de vez en cuando aquel silencio. ¡Lo que yo quiero saber es por qué me pega a ese tío gordo! ¡Chis! ¡chis!

Demetria, abre y dame un poco de agua, que tengo sed y estoy rendido dijo Nolo con vozarrón de falsete. ¡Pobrecillo! ¿Por qué no le hemos de abrir? exclamó Felicia. Y levantándose de su tajuela y con la rueca sujeta á la cintura á guisa de lanza, se dirigió á la puerta y la abrió. ¡Nolo!... Pero ¿eres ?... ¡Cómo habíamos de pensar!...

El clérigo, con el codo apoyado en el brazo del sillón, cogiendo con la mano su barba rasurada, los ojos bajos en actitud humilde, la escuchaba. De vez en cuando profería también alguna palabra en voz de falsete, que la marquesa escuchaba con profundo respeto y sumisión, lo cual no impedía que al instante volviese a la carga gesticulando con viveza, aunque sin alzar la voz.

Yo imagino respondía el ingenioso Sánchez en voz de falsete también, teniendo en cuenta su traje rico de brocado, que debía de ser alguna señora pudiente de los contornos que en su tiempo se dedicaba a proteger a los labradores, tal vez facilitándoles dinero sin interés o semillas para la siembra.

¡Adentro! dijo una voz atiplada. ¿El señor Castro Pérez? ¡Adentro! repitió la voz de falsete. Era el escribiente. Mala impresión me causó tan delicada personilla.

Aunque hablaban en falsete, sus fisonomías graves y sus ademanes decididos llamaron la atención del general Patiño, el cual, con admirable penetración, dijo a la marquesa de Ujo: Mire usted a Pepa y a Arbós. Hay nube de verano entre ellos. ¡Qué hermoso es el amor hasta en sus fugaces tormentas!

Al mismo tiempo hacía supremos y angustiosos esfuerzos para trasportar su desentonada voz al falsete discreto que usaban el conde y el sacerdote. El licenciado Velasco de la Cueva, después de posar en el grupo de sus amigos varias miradas á cual más imponente, osó también aproximar la silla, y presto le enteraron del asunto que trataban.

Palabra del Dia

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