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Actualizado: 5 de septiembre de 2024
Darwin diga en la sección de Variedades que el hombre desciende del mono? Pues que no traduzcan tales badajadas... ¡Buen mono estará ese traductor! El que se oía llamar de esta suerte, o majadero, o adoquín, se hacía el desentendido y bajaba aún más la cabeza fingiéndose enteramente embebecido en su trabajo. Pero alguno de los compañeros tosía maliciosamente y los demás se echaban a reír.
Maximiliano, al oír esto, estaba profundamente embebecido, mirando el retrato de Rufinita Torquemada. La veía y no la veía, y sólo confusamente y con vaguedades de pesadilla, se hacía cargo de la actitud de la señorita aquella, retratada sobre un fondo marino y figurando que estaba en una barca. Vuelto en sí, pensó en defenderse; pero no podía encontrar las armas, es decir, las palabras.
De todo lo cual resultaba a menudo que cuando más embebecido en su obra estaba Carlitos, hacía el aparato ¡crac! saltaban algunas de las piezas más importantes, dislocábanse con esto otras cuantas, y la bóveda celeste padecía un completo trastorno, como si fuese llegado el día del juicio final.
Tuvo este mucha inclinacion á la Geometría, embebecido de sus demostraciones: colocó la esencia de la materia en la extension; y siendo la quantidad el objeto de las Matemáticas, le fué facil trasladarlas á toda la Física, pues en toda la naturaleza no admitia mas que materia y afecciones mecánicas.
La raza española es tremenda, chico, para la asimilación de todo lo que pertenece a la forma... ¡Pero si habías de verla tú...! Yo, te lo confieso, estaba pasmado, absorto, embebe... ¡Ay Dios mío!, entró Jacinta, y Villalonga tuvo que dar un quiebro violentísimo... «Te digo que estaba embebecido.
Veíalo sobre el muro, o en el veto de las tinieblas; veíalo en los cielos, indeterminado y sublime, confundiendo su belleza con el hechizo de la noche. Otras veces era toda su persona revestida de blancura nupcial y vagando bajo los arcos o entre las hierbas, como una sonámbula. Ramiro hallábase embebecido.
En un principio me sedujo el aparato mundano de que estaba rodeada; pero después se fué infiltrando poco á poco en mi alma, hasta el punto de que no era yo el que pensaba y sentía, sino ella la que pensaba y sentía por mí... Hoy daría la vida porque fuese una pordiosera, con tal que me amase un poco...» Y embebecido en estas y otras reflexiones estuvo algún tiempo sentado.
Mientras proseguía embebecido en esta fructuosa tarea, el cura de la Segada apartóse un momento de la conversación y le clavó los ojos con expresión reflexiva. Después, volviéndose al conde con la misma voz de falsete, le dijo: La única persona que cuenta en este país con bastantes fuerzas para ganar unas elecciones es D. Baltasar Rodríguez.
Yo me iba entreteniendo por el camino considerando en estas cosas, cuando pasado Torote, encontré con un hombre en un macho de albarda, el cual iba hablando entre sí con muy gran prisa y tan embebecido, que aun estando a su lado no me veía. Saludéle y saludóme; preguntéle dónde iba, y después que nos pagamos las respuestas, comenzamos luego a tratar de si bajaba el turco y de las fuerzas del Rey.
Pero a estos sentimientos se sobrepuso la curiosidad que sentía por conocer de visu la tertulia de la señora. Así es que, después de cenar, me pegué a los faldones de mi padre, decidido a colarme en el salón, detrás de él. Estaba mi padre tan embebecido y agitado que no se fijó en que yo le seguía.
Palabra del Dia
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