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Actualizado: 2 de junio de 2025
Hallábase de corregidor en la provincia de Tinta un tal Arriaga, hombre ávido é inhumano, que abusaba del poder para saciar su inextinguible sed de riquezas. Hecho odioso al pueblo á quien tiranizaba, fué esta la primer víctima que le fué inmolada.
Mi voz, el contacto de mis manos, le crispaban al principio con un gesto de extrañeza. Le he dicho que soy una dama belga que ha perdido á los suyos y está sola en el mundo. El me ha contado su vida anterior ligeramente, como el que desea olvidar un pasado odioso... Ni una palabra molesta para su antigua mujer.
Lo cierto es, que los diez y seis lugares con que quiere Clerico infamar á S. GERÓNIMO, pretendiendo que este se valió de ellos para volver odioso á VIGILANCIO, con grande arte los pone en obra para hacer odioso á este Santo Doctor.
Su intento es mostrar las falacias, y sofismas que usan los hombres para volver odioso á su contrario, para que siendo mirado con odio, nadie reciba su doctrina.
¿Es que en el número de los escogidos, de los aristócratas del espíritu, no estaba ya pesado en su propio valor, el odioso fárrago del canino Griswold? La infame autopsia moral que se hizo del ilustre difunto debía tener esa bella protesta. Ha de ver ya el mundo libre de mancha al cisne inmaculado.
Si eso era así, entonces el peligro era terriblemente extraordinario. La debemos encontrar dijo con toda resolución la señora Percival. ¡Ah! suspiró, no sé, realmente, lo que irá a suceder, porque la casa está ahora en poder de este hombre odioso y de su hija, y él es un tipo de lo más grosero y mal educado.
El Magistral recordó que en aquella misma berlina u otro coche de la misma casa por lo menos, pocas semanas antes iba él llorando de alegría, llena el alma de esperanzas, de proyectos que le hacían cosquillas en los sentidos y en lo más profundo de las entrañas. Y ahora un presentimiento le decía que todo había acabado, que Ana ya no era suya, que iba a perderla, y que aquel viaje al Vivero era ridículo; que si estaba allí Mesía, como era casi seguro, todas las ventajas eran del petimetre. Vestía el Provisor balandrán de alpaca fina con botones muy pequeños, de esclavina cortada en forma de alas de murciélago. Tenía algo su traje del que luce Mefistófeles en el Fausto en el acto de la serenata. Había deliberado mucho tiempo a solas: ¿qué ropa llevaría? Cada vez le pesaba más la sotana y le abrumaba más el manteo. El sombrero de teja larga era odioso; demasiado corto era cursi, ridículo, parecía cosa de don Custodio; muy cerrado, antiguo, muy abierto, indigno de un Vicario general. ¿Iría de levita? ¡Vade retro! No, el cura de levita se convierte por fuerza en cura de aldea o en clérigo liberal. El Magistral muy pocas veces recurría a tal indumentaria. Oh, si le fuera lícito vestir su traje de cazador, su zamarra ceñida, su pantalón fuerte y apretado al muslo, sus botas de montar, su chambergo, entonces sí, iría de paisano, y la vanidad le decía que en tal caso no tendría que temer el parangón con el arrogante mozo a quien aborrecía. Sí, a quien aborrecía. Don Fermín ya no se lo ocultaba a sí mismo. No daba nombre a su pasión, pero reconocía todos sus derechos y estaba muy lejos de sentir remordimientos. «
Olvidas generosamente mi humilde origen, y la manera cómo tu padre me sacó de la miseria; ¡a mí me toca acordarme! Pero si María Teresa supiera... quien sabe si... Escucha, Jaime: Vas a jurarme que no harás nada porque lo sepa. Sería odioso y cruel. Ahora le soy indiferente ¿no me detestará si sabe que me atrevo a amarla? Amigo mío, te lo suplico, déjala en la ignorancia.
Mascullaba amenazas e insultos que el señor no podía oír, furiosa de que alguien se atreviera contra su sobrino, amado cachorro en el que había puesto su esterilidad todos los ardores de una madre fracasada. Jaime se dio cuenta repentinamente de lo odioso de su acción. ¡Un hombre como él venir a provocar en pleno día a otro, en su propia casa! La vieja tenía razón para insultarle.
Pero á la verdad, en el asunto de este odioso símbolo, tiene razón. Debo sufrir este tormento todavía algún tiempo, unos cuantos días más, hasta que hayamos dejado esta región y la miremos como un país con que hemos soñado. La selva no puede ocultarla. El océano recibirá la letra de mis manos, y la tragará para siempre!
Palabra del Dia
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