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Actualizado: 3 de julio de 2025
Mascullaba amenazas e insultos que el señor no podía oír, furiosa de que alguien se atreviera contra su sobrino, amado cachorro en el que había puesto su esterilidad todos los ardores de una madre fracasada. Jaime se dio cuenta repentinamente de lo odioso de su acción. ¡Un hombre como él venir a provocar en pleno día a otro, en su propia casa! La vieja tenía razón para insultarle.
Escuchóme bonitamente y luego me dijo: «Tú, hija mía, no serás nunca mas que una pobrecilla fracasada, una triste horizontal. De esta manera no lograrás atrapar jamás al multimillonario.
Todo lo veía negro, con la lobreguez de una miseria a cuyo fin estaba la muerte. Deseaba morir, acabar de una vez esta existencia sin objeto, dar fin a una vida fracasada, irresistible y penosa, como una equivocación de la Suerte. Pero ¿y ella? ¿y la dulce compañera, que había abandonado la órbita de su existencia para seguirle, arrebatada por la atracción de su mala fortuna?...
De todos estos compañeros del «señor de la guerra», el único digno de respeto era un hombre civil, un comerciante, un judío, el armador Ballin, de Hamburgo, que al ver arruinado el Imperio no quería sobrevivirle y se pegaba un tiro. Mientras tanto, los mariscales de la estrategia fracasada se dedicaban tranquilamente á educar sus perros, escribir sus Memorias y cuidar su salud.
Y la veo partir con su taima ridícula y vieja, que cubre los estragos del tiempo en su raída vestimenta; amoratadas las manos, que fueron finas y aristocráticas; metidos los pies en unos burdos zapatones; abatida al peso de su juventud fracasada, de toda su vida, obscura, truncada, deshecha.
Pero sus ojos macilentos, de córneas ligeramente inflamadas, los manchurrones rojizos y malsanos de su rostro, cierta timidez al verse en presencia de alguien que por su superioridad le hacía recordar el pasado como un remordimiento, revelaban los vicios tenaces de su vida fracasada. De pronto, para no delatarse en los azares de una larga conversación, se apresuró a despedirse del poeta.
A alguien iban a tocar. Y como los adversarios permanecieran callados y era visible la impaciencia de los demás, Maltrana dio por fracasada su elocuencia. «Sea lo que el destino quiera...» Se quitó el sombrero con solemnidad teatral; inclinó la cabeza como si por delante de él pasase la fatalidad. Saludo a dos caballeros que van a morir.
Finge ser actor siempre; y siempre es espectador, espectador de sí mismo. Tal es la paradoja del dramaturgo. Todo el que se conduce en la vida con ademanes de énfasis patético es un simulador, un dramaturgo en potencia. Estos hombres son necesarios en el mundo, porque sin esa fracasada voluntad de pasión, naturalmente contagiosa, la humanidad se acabaría, de apatía y de sapiencia.
Nada le hacía más daño, en aquellos momentos, que el recuerdo cercano de la Adriana transfigurada por misteriosa luz de bondad, y no podía soportar la suposición de que la bondad le hubiese nacido con el amor a Julio. A éste le exigiría, y tal era el propósito de su fracasada visita, un esclarecimiento definitivo para sus tristes dudas.
Palabra del Dia
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