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Yo le he dejado hacer, en el interés de nuestra raza, un tratado que sería odioso entre los burgueses; pero la grandeza de los intereses y el principio a salvar, excusan muchas cosas. Dios ha permitido que un asunto tan mal iniciado se haya convertido en la felicidad de todos. ¡Dios sea loado!

El perjuicio que en esta generalidad han causado á las letras, lo conocen todos los que saben los verdaderos caminos de hallar la verdad; y si se hubieran contentado con esto fuera menos malo; mas el caso es, que han tratado con desprecio el método escolástico, tirando con toda suerte de invectivas á hacerle odioso para desterrarle del mundo.

A no se me toma dijo con frialdad; me entrego, si es que quiero. Y en el gesto de desprecio y rabia con que despedía a Rafael, parecía marcarse el recuerdo odioso de Boldini, aquel viejo repugnante, el único en el mundo que la había tomado por la fuerza. Rafael quiso excusarse, pedir perdón, pero aquel recuerdo de la adolescencia evocado por la escena brutal, la hacía implacable.

Y se puso a sollozar, hablando, con la voz entrecortada. Perdóname, Raquelita, perdóname. Ya que no tengo ni el derecho de pedirte perdón. Cuando debí hacerlo, te insulté. , he sido contigo demasiado mala. Ya no lo soy. He perdido todo mi orgullo odioso. No, no me mires con ese modo asombrado.

Estas fuerzas que perdió el emperador, acrecentaron las de Rocafort, porque turcos, y turcoples igualmente le respetaban y reconocían por suprema cabeza, y con esta seguridad de verse tan obedecido, y amado de ellos, se desvaneció, y se hizo odioso á muchos, por la insolencia y poder absoluto con que lo gobernaba, y mandaba todo.

Comprendía que al darle el dinero a Dunstan había cometido un abuso de confianza apenas menos culpable que el de haber gastado él mismo el dinero en su provecho... Sin embargo, había entre esos dos actos una diferencia que le hacía ver al segundo como tan odioso, que la idea de acusarse de él era insoportable.

Mientras sentía irritarse más sus celos y sangraba dolorosamente su corazón a tan odioso recuerdo, oyó muy cerca los precipitados pasos y la voz de aquel mismo hombre a quien de tal modo aborrecía. -Señor murmuró Delaberge, tenga la bondad de concederme un momento. Volvióse Simón y una llamarada de odio brilló en sus ojos; supo, sin embargo, contenerse.

Su hermano era un bandido incorregible; ella era una mártir angelical. Lo que principalmente anhelaba ya era libertad, libertad aun sin nobleza, porque el papel de María Antonieta en la Conserjería, con ser muy poético, empezaba a serle odioso.

Un suceso inesperado vino a sacudir el letargo y aburrimiento que la tertulia me causaba. Daniel Suárez, el odioso malagueño que me había inspirado tantos recelos y que aún me los inspiraba, fue presentado a las de Anguita por un pollastre en que no me había fijado. Esto no tenía nada de particular. Por aquella tertulia pasaban todos los forasteros, como habían pasado ya todos los naturales. Sin embargo, me produjo cierta emoción y, ¿por qué no decirlo?, bastante malestar. Disimulé cuanto pude, mostrándome afable.

Huiré de Gabriela; seré con ella desdeñoso, indiferente, frío; procuraré hacerme odioso; quiero que me aborrezca.... ¡Vanos propósitos! ¡Empeño inútil!