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Actualizado: 18 de junio de 2025
Has de saber que es ultrajar a Dios y a los santos creer que con palitroques pasados por los pies de una imagen se curan las enfermedades, y que el romero guisado al compás de un credo sirve para hacer buen quilo. ¡Error, necedad, irreverencia, sacrilegio!... No veo en esta casa más que escándalo y profanación añadió colérico, revolviendo sus ojos y mirando las estampas que llenaban las paredes . ¿Qué significan estos retratos de toreros confundidos con los santos más venerables? ¿Qué significan esas muletas y esos estoques, banderillas y puyas, colocadas en pabellón y como al modo de ofrenda al pie de la Santísima Virgen? ¿Y esa cabeza de toro que tiene pendiente de cada cuerno un Niño Jesús de alcorza?... Mujer escandalosa, hasta en los adornos de esta casa se conoce que reinan aquí la profanación, el escándalo y el vicio.
El soldado recogió sus ayudas y muletas, aseguró el zoquete que mantenía la siniestra rodilla, y en conserva de su gozque enderezó derecho a la casa de Gerif, donde se admitían en fiesta aquella noche los principales moriscos de la aldea.
Las débiles y movibles varillas que juegan, se adelantan y retroceden, no son insensibles, aunque garantice hasta cierto punto la secreción á su derredor de una cantidad de blanda gelatina que, sin duda, constituye un colchón. Por fin, es preciso; se lanza, se afirma sobre sus púas, como sobre otras tantas muletas, rueda su tonel de Diógenes y, como puede, llega á puerto.
Saliendo, en este tiempo, por cal de Tintores a la plaza de San Francisco, y habiendo andado muy pocos pasos, volvió la cabeza y vió que le venían siguiendo Cienllamas, Chispa y Redina; y, dejando las muletas, comenzó a correr, y ellos tras él, a grandes voces diciendo: ¡Tengan ese cojo ladrón!
Llevaba metidas entrambas piernas en una bolsa de cuero, y liadas, y mis dos muletas. Dormía en un portal de un cirujano, con un pobre de cantón, uno de los mayores bellacos que Dios crió. Estaba riquísimo, y era como nuestro retor; ganaba más que todos; tenía una potra muy grande, y atábase con un cordel el brazo por arriba, y parecía que tenía hinchada la mano y manca, y calentura, todo junto.
Parecieron tan elocuentes tales razones al uno, y le mostró tal fuerza el último argumento, que afirmándose en las muletas y asegurando en tierra el zoquete que le sobrellevaba la pierna, así dijo alargando la mano al monaguillo: Tus palabras, niño, son tan discretas como razonables; en lo de la partija, si hay materia partible, estaba concedido sin ser demandado, pues tanta estimación me merecen tus buenas gracias: y como estaremos juntos hasta tarde, en tanto tiempo haremos toda composición, es decir, que en tu aposentillo, una cosa tras otra y por su orden, iremos ejecutando lo de la cena, lo de las vinajeras y lo de la visita y partija de la bolsa; a no ser que nos asistan razones que muevan a principiar por la bolsa, por preferencia a su linaje y calidad, en lo cual no podrán agraviarse ni los bastimentos ni la bebida.
Apolonio comenzaba a engolfarse en el negro ponto de las empresas mercantiles. Cierto que iba viento en popa; pero Belarmino, viendo navegar la nave de su afortunado rival, pensaba, con sentimiento lastimoso: «¿Cuánto durará la bonanza? Un guiño de ojos. Te embestirán las tormentas. Te veré vacilar y bailar sobre las olas, como un cojo sin muletas.
Junto a la acera aguardaba un coche tirado por cuatro mulas vistosamente enjaezadas con borlajes y cascabeles. Garabato se había izado ya en el pescante con su lío de muletas y espadas. En el interior estaban tres toreros con la capa sobre las rodillas, vistiendo trajes de colores vistosos, bordados con igual profusión que el del maestro, pero sólo de plata.
Y decir esto, y arrojarse de sobre las muletas, y despejarse con la una mano este ojo enfermizo, y garfiarse con la otra, y arrojar aquel negro parche, y tirar por el caballete de la una muleta, y sacar una terrible espada, y tirar del otro palo, y repetir otro igual acero, fué cosa hecha antes que vista.
Sostenía el crédito del establecimiento y ganaba mucho dinero, porque, desgraciadamente para la Humanidad, parece que esta es una vieja máquina que se desvencija y deshace, hallándose cada día más necesitada de remiendos y puntales, o llámense muletas, cabestrillos, fajas, cinchas, suspensorios, etc. Nada, nada, nos desbaratamos.
Palabra del Dia
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