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Actualizado: 16 de julio de 2025
Cruzaban la plaza y pasaban sobre los tejados golondrinas gárrulas, inquietas, que iban y venían, como si hiciesen sus visitas de despedida, próximo el viaje de invierno. Oye, Petra, no llames; vamos a dar un paseo.... ¿Las dos solas? Sí, las dos... por los prados... a campo traviesa. Pero, señorita, los prados estarán muy mojados.... Por algún camino... extraviado... por donde no haya gente.
Sirviéronle el agua, y sin dar tiempo a que se disolviese el bolado, la bebió a sorbetones, de prisa; sacudió los mojados dedos, limpiándose después con su pañolito. Artegui pagó. Muchas gracias dijo ella mirando a su taciturno acompañante . A gloria me ha sabido. Cuando hay sed.... Muchas gracias, señor don.... ¿cómo se llama usted? Ignacio Artegui pronunció él con visos de extrañeza.
Pase usted, caballero le decía. Necesitan reponerse después de esta locura. Están ustedes mojados... ¡pobres! ¡cómo van!... ¡Beppa!... ¡tía! Pero pase usted. Y casi le empujaba, con cierta superioridad maternal; como una mujer bondadosa que cuida a su hijo después de una travesura que le llena de orgullo. Las habitaciones estaban en desorden.
Los picadores, fatigados por la armadura de hierro de sus piernas y las moledoras caídas del caballo, movían el recio castoreño entre sus rodillas; los banderilleros, presos en sus trajes de seda mojados de sudor, sentían hambre después de una tarde de violento ejercicio.
Reynoso a su vez la apretaba tiernamente contra su pecho y le acariciaba la cabeza rozando con los labios sus cabellos dorados. Al cabo de un largo silencio, Elena levantó sus ojos mojados de lágrimas y sonriente y confusa balbució con mimo: ¡Si me hicieses un favor, Germán! ¡Cuanto tú quieras, alma mía! Es que acaso te moleste... Si me molesta, mejor: así tendrá algún mérito.
La ropa va toda en esa caja, al lado derecho de la mula. Las botellas de Malvasía en el cestillo de la izquierda; le prepararás un vaso de ese vino, bien caliente, por las noches, para que lo tome antes de acostarse. Cuida de que no permanezca horas y horas con los pies mojados, porque lo que es él jamás se acuerda de tal cosa.
Venid a gustar mi vino; es muy viejo: muchas veces me ha confortado el corazon en medio de nuestros hielos; recurrid a el para reanimar vuestro valor. Vamos, bebamos juntos. Separa, separa esa copa; isus bordes estan mojados con sangre! iNo vere nunca esta sangre sepultada bajo la tierra! ?Que quereis decir? ?vuestros sentidos estan turbados?
Salimos de la Asumpcion, con nuestro general, 350 cristianos, y los 1,000 indios, distribuidos de forma, que siempre tres asistiesen á un cristiano: llegamos á tres leguas de los Cários, que eran 15,000, gobernados de su cacique Mayrairú; y aunque nos pusimos á media legua de ellos, no los envestimos por estar cansados del camino, y muy mojados de la continua lluvia: ocultámonos en un bosque, en que habiamos pasado la noche.
Besaba el papel con ahinco, y sollozaba: «Hija de mis entrañas, hija de mis entrañas», como las madres. Subió a ver al Padre Alesón, a preguntarle si vendría Angustias. ¿Pues no ha de venir? Viene a casarse. Mañana mismo, a primera hora de la mañana, iremos a buscarla yo y otro Padre de la comunidad. Vendrá, vendrá sollozaba Belarmino sin dejar de sonreír y con los ojos mojados.
Mire usted añadió entre dientes, si no habrá algún sacerdote en todo París que pueda dar un pasaporte, y no que nos vienen ahora con papeles mojados! ¿A qué viene usted? A estudiar este hermoso país contestó el francés con aquella afabilidad tan natural en el que está debajo. ¿A estudiar, eh?
Palabra del Dia
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