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Actualizado: 10 de junio de 2025


Cuando se encontraron frente a frente en el boudoir, le dijo Pepa cogiéndola por las muñecas y mirándola fijamente: Vamos a ver, Clementina, ¿ sabes cómo andan los negocios de tu marido? Fué un golpe en medio del pecho. Clementina, aunque sin precisión, tenía noticias de las pérdidas de Osorio, de su creciente y febril afán de jugar.

Al pronunciar estas palabras se quedó mirándola con una atención ansiosa, húmedos los ojos, haciendo esfuerzos heroicos por no romper a sollozar. Esta revelación produjo en Clementina asombro y duda al mismo tiempo. Permaneció inmóvil y muda mirándole también fijamente.

Dios te la conserve, hija mía, Dios te la conserve repuso la señora con acento de ternura mirándola fijamente. Hubo unos instantes de silencio. ¿Sabes lo que me han dicho? se atrevió a pronunciar después. Y su voz salió tan apagada que las últimas sílabas casi no se oyeron. Clementina, que se disponía a continuar la lectura, levantó la cabeza.

Artegui se quedó mirándola tan fijamente, que Lucía sintió, digámoslo así, el peso y el calor de aquellos ojos en sus mejillas, y encendiose toda en rubor, murmurando: ¡Le cuento a usted cada tontería! Como no tenemos de qué hablar.... Seguía él escudriñando con la vista el franco y juvenil semblante, como una hoja de acero registra la carne viva.

¡Calumnias, señora! contestó Manos Duras, mirándola fijamente . Pero si usted me lo pide, haré cuantas muertes quiera. Elena se mostró complacida por esta respuesta, y dijo, mirando á Canterac: ¡Qué hombre tan galante... á su modo! No me negará usted que es grato oir tales ofrecimientos. Pero el ingeniero parecía cada vez más irritado por este diálogo familiar de Elena y el cuatrero.

Con voz temblorosa, que en todos produjo trágica emoción, la Nela dijo: , señorito mío, yo soy la Nela. Lentamente y como si moviera un objeto de mucho peso, llevó a sus secos labios la mano del señorito y le dio un beso... después un segundo beso... y al dar el tercero, sus labios resbalaron inertes sobre la piel del mancebo. Después callaron todos. Callaban mirándola.

Y Nené, entusiasmada, arranca al libro las dos hojas. ¿Quién llama a Nené, quién la llama? Su papá, su papá, que está mirándola desde la puerta. Nené no ve. Nené no oye. Le parece que su papá crece, que crece mucho, que llega hasta el techo, que es más grande que el gigante del monte, que su papá es un monte que se le viene encima.

Al subir la escalera de Palacio latióle el corazón y tembláronle las piernas, porque vio a dos lacayos que cuchicheaban entre , mirándola a ella.

Gracias á Dios que he encontrado la felicidad. ¡Cuan dulcemente se pasa el tiempo mirándola, ahora y después y siempre! ¿Qué placer iguala al de pasar rozando sus cabellos, y acariciarle la frente con mis flequitos? ¿Qué mayor ambición puedo tener que dejarme resbalar por su cuello hasta escurrirme... qué yo dónde, ó esconderme entre su ropa y su carne para estarme allí haciéndole cosquillas per saecula saeculorum?

No, no le dejaremos, ¿verdad? insistió la santa . Mira, Manolo: Jacinta y yo pedimos ahora juntas. Aunque te vuelvas turco, ya te cayó que hacer. No, Jacinta no se mete en esos enredos dijo Moreno mirándola fijamente en los ojos. Vaya que me meto. El asilo es mío; lo he comprado. ¿?, pues si ha dado usted dos pesetas por él ha hecho un mal negocio.

Palabra del Dia

consolándole

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