Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de junio de 2025
Hallaba gracia en sus palabras, en sus gestos, en sus manías y hasta en la terquedad que la caracterizaba. La misma limitación de su inteligencia y su falta absoluta de instrucción, pues sólo sabía á duras penas leer, servían de alicientes para su amor. «Es una niña» se decía mirándola con ojos paternales, cuando salía algún gracioso disparate de su boca. «Hace el bien y el mal sin darse cuenta.
Yo estoy verdaderamente convencida de que mi hijo aceptaría gustoso la mujer que le designarais. Pero, ¿qué ocurrencia, mi querida señora? continuó Juana, mirándola siempre con la misma sorpresa. No me chanceo... Y si tuvieseis una hermana que se os pareciese, sería asunto concluido. Os aseguro dijo Juana , qué no os comprendo... Vuestro hijo apenas me conoce.
Pepita sabe que hay por esos mundos grandes modistos y grandes joyeros, pero ella no desea nada. Y Azorín, mirándola un poco extático ¿por qué negarlo? , le dice: La elegancia, Pepita, es la sencillez. Hay muy pocas mujeres elegantes, porque son muy pocas las que se resignan a ser sencillas.
En Italia la celebran de mirabilmente colta. Sabe latín como Nebrija; sabe también algo de griego; ha leído los poetas e historiadores antiguos y clásicos y los de su patria, y entiende tanto de cuanto hay que entender, que pasa por un Pico de la Mirándola o por un Fernando de Córdoba, con faldas.
Se observaba con ella aplicada la coz al lagrimal del ojo, puesta la cara hacia la estrella y mirándola por la parte alta del un extremo de la sonaja, se había de dirigir á la vez una visual por el extremo bajo de la misma sonaja al horizonte, corriéndola en uno ú otro sentido hasta conseguir la coincidencia, en cuyo caso, los grados y minutos contados hasta la sonaja, representaban la distancia del astro al cenit, ó complemento de altura.
Con un impulso brutal, agarró las manos de la mujer y las separó de su rostro, mirándola fijamente. Aun así, no la reconoció. Pasó mucho tiempo contemplándola, en medio de un silencio penoso. Poco a poco, en las facciones desfiguradas por la enfermedad fueron marcándose para él las antiguas líneas. En los ojos lacrimosos y sin pestañas vio algo que le recordó la mirada azul de la hija perdida.
Si no pienso engañarte... Lo que Amalia me ha dicho afirmó Jacinta con súbita ira, llena de dignidad, poniéndose en pie y afianzando con un gesto admirable su aseveración , es verdad. Yo digo que es verdad y basta. Grave y mirándola a los ojos, el anarquista replicó en tono muy seguro: «Bueno, pues es verdad. Yo te declaro que es verdad». ii
Perdone Su Ilustrísima el disgusto que le he causado, y olvídelo. Que la Virgen Santísima la proteja, hija mía. Rece una salve por mí, que bien la necesito respondió el prelado, dejándola pasar y mirándola con expresión de lástima hasta que traspasó la puerta. Salió aturdida, loca de vergüenza, con las manos trémulas y las mejillas encendidas.
Melchor quedó un largo rato con la cabeza apoyada en la mano izquierda contemplando la carta que conservó en la derecha, mirándola con los ojos desmesuramente abiertos, como si pretendiera ver algo más allá de aquellos renglones trazados por la mano de su madre idolatrada, hasta que de pronto la llevó a sus labios y la besó...
¿Qué quieres decir? profirió él mirándola a su vez a la cara . ¿Te está pesando de haberte casado conmigo, verdad...? ¡Sí, sí... no lo niegues...! Lo estoy leyendo en tus ojos. No, no me pesa el haberme casado contigo, pero sí el que me des a entender que no puedo hacerte feliz. Hubo algunos instantes de silencio.
Palabra del Dia
Otros Mirando