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Actualizado: 24 de junio de 2025
El viaje se resolvió bruscamente, y, una mañana lluviosa de octubre, la carroza de hule verdusco, sin cascabel ni sonaja en las colleras, penetró en la ciudad, por la Puerta del Mercado Grande, como una hora después de la salida del sol.
Hay otra falsa, ansiosa, torpe y vieja, Amiga de sonaja y morteruelo, Que ni tabanco, ni taberna dexa. No se alza dos, ni aun un coto del suelo, Grande amiga de bodas y bautismos, Larga de manos, corta de cerbelo. Tomanla por momentos parasismos, No acierta á pronunciar, y si pronuncia, Absurdos hace, y forma solecismos.
Se observaba con ella aplicada la coz al lagrimal del ojo, puesta la cara hacia la estrella y mirándola por la parte alta del un extremo de la sonaja, se había de dirigir á la vez una visual por el extremo bajo de la misma sonaja al horizonte, corriéndola en uno ú otro sentido hasta conseguir la coincidencia, en cuyo caso, los grados y minutos contados hasta la sonaja, representaban la distancia del astro al cenit, ó complemento de altura.
El canónigo tomolo respetuosamente en la mano, y levantándolo hasta el morado rayo de sol que entraba a través de la vidriera, comenzó a decir, como alguien que delira: ¡Cuántas veces una aparición de alquiceles en el horizonte le habrá hecho batir el ijar, heroica y sanguinaria! He aquí, Ramiro, el emblema de la caballería, el blasón de la bota y la sonaja del honor.
La primera se llamaba virote ó radio; su extremo inferior coz de la ballestilla; la segunda vara se nombraba sonaja. Se graduaba el virote desde el extremo de la coz, por un método gráfico sencillísimo que explican todos los autores citados.
La enferma no pudo esta vez ponerse a la obra, pero la dirigió, y todo salió a medida del deseo. Desde su sillón atendió a todo. Todo estaba listo al fin del día, y el regocijo era general. Desde tía Carmen hasta señora Juana todos parecían niños en aquella casita. Angelina estaba atareada, friendo los buñuelos, y tía Pepilla iba y venía más alegre que una sonaja.
Me acerqué de puntillas y le tapé el rostro con mi pañuelo. ¡Jesús! exclamó. ¡Qué susto me has dado! Ya vino papá... ya vino... y.... ¿Y qué? pregunté ansioso. Dice que viene por mí; que está enfermo; que señora Francisca está más chocha cada día.... En fin, que el viernes nos iremos.... Y tú... ¡contenta como una sonaja!... ¿no es verdad? ¿Contenta yo? Sí; tienes razón.
Palabra del Dia
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