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Actualizado: 20 de junio de 2025
Tomé un decimito con un número muy lindo, mil ciento veintidós, y se lo fui a llevar al Niño Dios de las Madres Descalzas... y le dije: mira, Jesusito, si sale premiado, la metá para ti.... Tenía una carita tan alegre cuando se lo dije, lo mismo que si me entendiese. Pues ¿quién te dice, mujer...? Pausa de gran efecto.
Ah, y no echarle encima demasiada ropa, ni dejar... que entre Visitación... que la aturde. ¡La ciencia prohíbe terminantemente que esa señora protectora de comadronas parteras meta aquí la pata!...
Que si me dices, Andrés, que se escribe y se lee, por los muchos carteles que por todas partes ves, direte que me saques tres libros buenos del país y del día, y de lo demás no hagas caso, que no es más ni mejor el agua de una cascada por mucho estruendo que meta, ni eso es otra cosa que el espantoso ruido de los famosos batanes del hidalgo manchego; después de visto, un poco de agua sucia; ni escribe, en fin, todavía quien sólo escribe palotes.
Tenía una manía, sin embargo, una idea fija: el casamiento... Para mí, se entiende; porque él... ¡Gran Dios! decía; no espero sino que esta bendita agua se me meta en el corazón, y entonces... reviento.
Esta es una señora que sabe más que Lepe, y cuando la veo reconosco que soy un bruto, y me queo con la boca cerrá, y no hablo que no meta la pata. Na, don José... ¡que no voy! ¡que no debo ir! Pero el apoderado, seguro de convencerle, le llevó hacia la casa de doña Sol, hablando de su reciente entrevista con la dama. Mostrábase algo ofendida por el olvido de Gallardo.
Respondió Sancho: -Yo los gasté en pro de mi persona y de la de mi mujer, y de mis hijos, y ellos han sido causa de que mi mujer lleve en paciencia los caminos y carreras que he andado sirviendo a mi señor don Quijote; que si, al cabo de tanto tiempo, volviera sin blanca y sin el jumento a mi casa, negra ventura me esperaba; y si hay más que saber de mí, aquí estoy, que responderé al mismo rey en presona, y nadie tiene para qué meterse en si truje o no truje, si gasté o no gasté; que si los palos que me dieron en estos viajes se hubieran de pagar a dinero, aunque no se tasaran sino a cuatro maravedís cada uno, en otros cien escudos no había para pagarme la mitad; y cada uno meta la mano en su pecho, y no se ponga a juzgar lo blanco por negro y lo negro por blanco; que cada uno es como Dios le hizo, y aun peor muchas veces.
Ni que estuviera boba, D. Francisco. ¡Pa que á media noche me salga toda la gusanera de las ideas de usted, y se me meta por los oídos y por los ojos, volviéndome loca y dándome una mala muerte...! Porque, bien lo sé yo... á mí no me la da usted.... ahí dentro, ahí dentro, están todos sus pecados, la guerra que le hace al pobre, su tacañería, los réditos que mama, y todos los números que le andan por la sesera para ajuntar dinero.... Si yo me durmiera ahí, á la hora de la muerte me saldrían por un lado y por otro unos sapos con la boca muy grande, unos culebrones asquerosos que se me enroscarían en el cuerpo, unos diablos muy feos con bigotazos y con orejas de murciélago, y me cogerían entre todos para llevarme á rastras á los infiernos.
No se meta usted en lo que es de la mía». Se había hecho de noche y los dos interlocutores no se veían. Pero mientras Paca estuvo en la alcoba haciendo que ordenaba las cosas, moviendo los trastos y revisando las medicinas, D. Evaristo no desplegó los labios. Miraba a su ama de llaves, y su sonrisa maliciosa quería decir: «tú te cansarás». Así fue.
Señora, Minghetti que cante sus arias y sus romanzas, pero que no se meta en la Renta del Excusado. Minghetti ha viajado.... Sí; pero no en estado interesante. No es eso. Digo que ha viajado, que ha visto mucho, y asegura que.... Que las señoras comm'il faut no deben parir. Sí; ya conozco la teoría. Contra los consejos de Aguado, los de Reyes fueron a baños.
A usted le habrán recomendado decía el compañero de Gabriel que guarde respeto al templo: que si desea echar un cigarro se vaya a la galería del Locum; que si quiere cenar se meta en la sacristía. Lo mismo me dijeron a mí cuando entré al servicio de la catedral. Palabras de gentes que se quedan a dormir en sus casas, muy tranquilas.
Palabra del Dia
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