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Actualizado: 20 de julio de 2025
Hasta lo echaba en la sopa. D.ª Tula, con empalagosa solicitud, se lo advertía. ¡Don Oscar! ¡don Oscar! Déjeme usted, doña Tula. Atienda usted a su estómago, y no se meta en el de los demás respondía con su voz formidable el enano, trayendo hacia si la vinagrera. En cambio, D.ª Tula abusaba fuertemente del azúcar.
Hace veinte años que este pobre señor Hardoin es fiel a su despacho por no renunciar a esa preciosa vecindad, esperando que el mejor día la señorita Raynal se equivoque de puerta y se meta en su casa para no salir más. Hasta se dice que tiene encima de la mesa un contrato enteramente redactado en el que sólo falta una firma... Ríase usted, señor Neris.
Vaya, señora doña María, perdón al canto, y todo se acabó. No se meta usted en lo que no le importa, Sr. D. Paco dijo la condesa . Y tú, Inés, ten entendido que serás perdonada, si las cosas no siguen adelante. Y no digo más sobre el particular. Ya saben ustedes que soy benévola hasta la exageración, tolerante hasta la debilidad.
Ya... como que no soy hierba... ¡Qué mal genio tienes y que reguapa eres! Es que no quiero músicas y no se meta usted conmigo, que yo voy por mi camino y la calle es del rey. No seas tonta y baja la voz. ¿Qué trabajo te cuesta contestarme a cuatro preguntas? No te arrepentirás; mira que soy muy agradecido.
Yo no me meto con usted... no se meta usted conmigo... La vaca me está causando todos los días perjuicios... Pues quéjese usted al juez. Antes de quejarme al juez, he de arreglar a esa grandísima... Ya se librará usted de hacerlo. Lo veremos. Y el aldeano se alejó lentamente, murmurando amenazas salpicadas de groseras interjecciones.
Nosotros los plebeyos no podemos darnos el gusto de tener extravagancias como ustedes los aristócratas. ¡Adiós! Ya se enfadó D.ª Feliciana. ¡Buena tonta sería en enfadarme por una simpleza como ésa! Me parece que ya debía estar acostumbrada á sus ocurrencias. Nosce te ipsum, D.ª Feliciana. Usted está enfadada y no lo conoce. Meta usted la mano en el pecho y se hará cargo...
El día que se me meta en el moño te clavo el corazón, con cuidao o sin él... ¿Qué te has figurao, viejo silbante, que después de lo que has hecho conmigo me ibas a tirar a la barredura, como un papel sucio?... ¡Ja, ja!... Que se te quite, infeliz. El traje, la actitud y la voz de la chula habían hecho pararse a algunos curiosos.
Dejándome llevar del único pensamiento racional que sobrevivía en mi cabeza, pregunté a Chisco: Dime, hombre, ¿se parece a esto nuestro valle? ¡Quiá! me respondió el espolique con el mayor desdén. Es más ancho, ¿eh?... y más... ¡Quiá! Ni la metá siquiera. ¡Demonios! repliqué . Pero serán más bajos los montes...
Un joven del mejor tono fue más asiduo y mañoso, y Adela abrazó por fin las reglas del gran mundo: el joven era orgulloso, y entre el cúmulo de adoradores de camino trillado parece despreciar a Adela; con mujeres coquetas y acostumbradas a vencer, rara vez se deja de llegar a la meta por ese camino. ¡Adela no quería faltar a su virtud!... ¡pero Eduardo era tan orgulloso!
Me atrevo, pues, a aconsejar a usted, ya que es tan mozo y ya que no tiene motivo para quejarse de su malaventura, que no se meta todavía a predicador, ni se muestre tan adusto y desengañado, y que en otras novelas nos cuente lances y sucesos menos lastimosos y más agradables y dulces, vertiendo en su sátira, cuando a la sátira se incline, no hiel, sino sal y pimienta, que no la hagan amarga, sino picante y sabrosa.
Palabra del Dia
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