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Actualizado: 24 de julio de 2025
Truhan por excelencia y amable y meloso, el barbero contemporáneo os hará reir, os hablará de teatros, de las corridas de toros, del ministerio y las Córtes, de las muchachas bonitas, y sobre todo de las vidas ajenas.
Vamos, ánimo, pobrecita, hijita mía... siguió el padre espiritual cada vez más meloso y consolador. Y ¡por Dios y su madre santa! A España, a España mañana mismo. ¿Con él? preguntó Lucía horrorizada.
Yo no me divierto ni juego con Rosa: la trato como a una niña muy decente, hija de una familia a quien estimo... Para jugar y divertirme en el sentido que usted parece indicar, busco otra clase de mujeres. ¡Vamos, señor replicó el indiano con acento insinuante y meloso, que ya se le escapará de vez en cuando un abracico... y algo más! Señor D. Jaime, me está usted ofendiendo.
D. Fermín es fuerte, y al mismo tiempo meloso; la teología que atesora en su espíritu acaba por resolvérsele en reservas mundanas y en transacciones con la realidad física y social.
Un día, en que estaba más cariñosa que de costumbre, teniéndole sentado a sus pies y acariciándole los cabellos con sus hermosos, delicados dedos cargados de sortijas, le dijo con acento meloso: Tú sigues con tus celos de Escosura. ¿verdad, Mundo?... Pues haces muy mal.... No me gusta poco ni mucho ese hombre.... Sí: eso me has dicho muchas veces ... pero....
Y pensar dijo Ojeda a su amigo que tal vez alguno de éstos escribirá un artículo titulado «Mi viaje a España». Un hombre subido de color, con vistosa corbata y pantalones recogidos a la inglesa, esforzaba su acento lento y meloso para expresar indignación. ¡No me diga!... ¡Valiente zoquete fui en bajar! Cuatro veces he ido a Europa, y nunca he querido conoser la España.
¡Es la última vez, don Zaninski, que vengo a verlo por su toro! Acaba de pisotearme toda la avena. ¡Ya no se puede más! El polaco, alto y de ojillos azules, hablaba con extraordinario y meloso falsete. ¡Ah, toro, malo! ¡Mí no puede! ¡Mí ata, escapa! ¡Vaca tiene culpa! ¡Toro sigue vaca! ¡Yo no tengo vacas, usted bien sabe! ¡No, no! ¡Vaca Ramírez! ¡Mí queda loco, toro!
¿Y porqué, en la selva amena, se oye dulce melodía, que asemeja la armonía en la arpada filomena? ¿Porqué en la mullida grama las aves, al son del viento, exhalan meloso acento y saltan de rama en rama, y la fuente cristalina, formando dulce murmullo, del céfiro al suave arrullo entre las flores camina?
Al frente de ellos, como portaórdenes de la doctora, figuraba Karl, el escribiente que Ferragut había visto en el caserón del barrio de Chiaia. Este hombre, á pesar de su aspecto meloso, tenía en su historia varios delitos de sangre. Era un digno capataz del grupo de aventureros enardecidos por el entusiasmo patriótico que se reunía todas las tardes en cierto café del puerto.
Yo creo que el sol de América le echaba a perder el cutis. Los mosquitos le hacían más daño todavía. Barragán permanecía silencioso con el fiero semblante contraído, mostrando bien lo poco grata que le era aquella visita. Los chicos no parecían advertirlo y siguieron piropeándole todavía tirándose uno al otro la pelota en el tono más suave y meloso que puede imaginarse.
Palabra del Dia
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