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Actualizado: 29 de junio de 2025
Sus ojos se animaron, adquirieron color sus mejillas, y la imperceptible y pertinaz tos, terrible alerta de la enfermedad, dejó su monótona y constante pertinacia. Todo respiraba alegría. Hasay únicamente estaba triste. Lola, entre los puros cristales del rocío de la mañana, buscaba la brillante rosa.
Es que no sólo Obdulia es la que tolera... lo que yo no quiero tolerar. Las mismas Emma, Pilar y Lola consienten confianzas.... ¡No me toques a las hijas del marqués! gritó la tía, poniéndose en pie y dejando caer el Werther sobre la raída alfombra.
Otra, Matilde la Serrana: era morena y regordeta, y tenía el tipo común de las sevillanas. La tercera se llamaba lisamente Lola, una mujer obesa, con seno monstruoso, que inspiraba repugnancia, y manos amorcilladas, cubiertas de sortijas de poco valor. Las tres vestían el traje de percal y el pañolón de Manila, común a las jóvenes del pueblo, y ostentaban flores en los cabellos.
¡Y tan seria, condesa! ¡Como que me ha costado ya quince millones de pesetas! ¿Le parecen a usted poco serios estos millones? Las señoras le contemplaron con admiración, fascinadas por el caudal enorme que aquel hombre manejaba. ¿Pero a esos millones no piensa usted sacarles un rédito? dijo Lola que presumía de entender algo de negocios. El duque volvió a soltar otra carcajada.
Pero sobre esta pirámide funeraria, levantada a los Talma y a los Keen de la gran aldea, tres figuras se levantan: Lola, Diego y el Marqués, cantando el himno nacional antes de contar su candoroso poema de celos y de amor a una sala llena, en donde brillan las más lindas mujeres de aquellos días. ¡Pasad, oh sombras!
Lo que todos habían tenido cuidado de ocultar, lo que la misma Hasay ignoraba, se lo reveló en una sola palabra una amiga suya. ¿Qué quiere decir inclusera? Preguntó un día Hasay á la que llamaba su hermana. No sé, contestó Lola; y, dime: ¿por qué me lo preguntas? Porque ayer, sin querer, pisé el vestido á Ángela, y esta al ver que estaba roto, me dijo: ¡anda, inclusera!
El joven vaciló todavía con la mano en la portezuela; pero Clementina repitió aún con más fuerza, y ruborizándose: No vaya usted. No vaya usted. Raimundo manifestó sonriendo a Lola: Perdone usted, señora. Hoy no puedo ser lacayo sino de Clementina. Otro día tendré el honor de serlo de usted.
Sí; ... no puedo continuar manteniendo estas relaciones secretas contigo.... Escosura ya está advertido y se ha ofendido mucho con razón.... Además, me parece feo el tener dos amantes.... Eso queda para Lola Madariaga. Hasta ahora he pasado por ello porque comprendo que me has querido y que me quieres mucho.... Yo también te he demostrado siempre amor verdadero. No puedes quejarte.
¡Inmutable ley es, que el corazón no dejará de latir mientras haya vida! ¡La tisis ocupará siempre un rincón en las salas de incurables! Los médicos que asistían á Lola, comprendieron bien pronto que la terrible enfermedad se incubaba en su vida. La ciencia creyó que lo mejor para la enferma sería el campo y las puras y frescas brisas.
Uno de los magníficos edificios de Munich es el palacio real, tan bello en su interior como por fuera. Una de las salas de que consta se llama Salon de las Hermosas: allí están los retratos de todas las queridas que ha tenido el monarca, entre las que ví á nuestra turbulenta y célebre compatriota, la Lola Montes, en pintura se entiende.
Palabra del Dia
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