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Actualizado: 16 de junio de 2025
Después que lo hizo se asustó terriblemente y escrutó con anhelo si Clementina lo había sentido. La dama continuó impasible, extática, escuchando la música. Sin embargo, por sus claros y hermosos ojos resbalaba una leve sonrisa que el joven no pudo advertir.
Unas eran de techo bajo; otras tenían en el primer piso una galería de madera, con escalerillas de tablones carcomidos, que crujían a la más leve presión como si fuesen a romperse. Maltrana no tardó en conocer la heterogénea población de las Cambroneras. Formaban un mundo aparte, una sociedad independiente dentro de la horda de miseria acampada en torno de Madrid.
Tal vez haya sido esto principio de una tosca heráldica; pero me inclino a pensar que, como en aquellos días el verdadero nombre de un individuo descansaba únicamente en su deleznable palabra, nadie hacía de ello el más leve caso. ¿Te llamas Clifford, no es verdad? dijo Boston, dirigiéndose con soberano desprecio a un tímido recién llegado al campamento.
Me salió bien la cuenta. Al amparo de la ficción, detrás de mi broquel de niña candorosa, mis malicias de mujer precoz escudriñaban todo el campo de batalla y conocían hasta las intenciones del enemigo, sin que el tiroteo de su obligado tributo de lisonjas y de galanterías me causara el más leve daño con las que de ellas eran necias o impertinentes.
Ya pintaré, cuando esté más descansado, este pueblecillo y este campo. Ahora no tengo tiempo. Voy al periódico; he de ir luego a la Biblioteca... Esto de hacer artículos es terrible: otra vez, después de este breve descanso, he de volver a ser hombre de todas horas, como decía Gracián. Sobre la mesa tengo un montón de periódicos. Siento un leve terror.
Después de cuatro años de gobierno, y sin la más leve fórmula de cortesía, se vió destituido don Manuel Guirior, trigésimo segundo virrey del Perú, y llamado a Madrid, donde murió pocos meses después de su llegada. Vivió una vida bien vivida. Así en el juicio de residencia como en el secreto que se le siguió, salió victorioso el virrey y fué castigado Areche severamente.
El cielo espléndido de la Bética formaba sobre ella un pabellón poblado de luces. Una leve brisa embalsamada refrescaba su frente ardorosa. El estrépito de los coches turbó un momento aquel sueño tranquilo. Más de una tierna doncella dejó sobresaltada el lecho y se acercó á su balcón con los pies desnudos para ver lo que pasaba.
Cuando bajó del palco un poco aturdido y se sentó de nuevo al lado de Aurelia, le dijo ésta: ¡Qué hermosa es esa señora!... Pero yo sigo creyendo que no se parece a mamá. Raimundo, que no se acordaba en aquel momento de tal parecido, sintió un leve estremecimiento y balbució: Pues yo le encuentro un cierto aire.... Ahora ya no era más que aire. El joven comenzaba a sentir remordimientos.
Se deja estar tieso como una estaca y espera que ella le presente la boca y adelante los labios; entonces, por un instante, posa en ellos los suyos temblorosos y siente un leve estremecimiento en todo el cuerpo. Los dos se quedan uno al lado del otro, sonriendo tímidamente, con las mejillas encendidas.
De ciertos prójimos que andan rondando desde el obscurecer por las galerías bajas del patio: yo no sé por qué en siendo de noche dejan pasar gentes por el patio de palacio como si fuera una calle; pero voy á cerrar la ventana, y luego á traer luz. Oyóse, en efecto, el leve crujir de una ventana que se cerraba, y luego los pasos de un hombre que poco después volvió con un velón encendido.
Palabra del Dia
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