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Actualizado: 16 de junio de 2025


Cerrados los ojos, inmóvil el cuerpo, juntos los pies ya como en el ataúd, quedábase horas y horas sobre la cama, sin dar otra señal de vida que la leve y sibilante respiración.

Las tres prendas eran azules, sin la más leve variación en su tono, escogidas con exactitud, como si este hombre pudiese sufrir crueles molestias saliendo á la calle con la corbata de un color y los calcetines de otro. Sus guantes tenían el mismo amarillo obscuro de sus zapatos. Ferragut pensó que este gentleman, para ser completo, debía llevar el rostro afeitado.

Habiendo desaparecido la leve diferencia, que separaba el espectáculo trágico del cómico, puesto que podían concurrir en una misma composición móviles de ambas especies, la fútil razón de que descollara más en ellas el uno ó el otro, ó de que su desenlace fuese feliz ó desdichado, no fué ya bastante plausible para clasificar las piezas en esta ó aquella categoría.

No soplaba ni la más leve brisa; los huertos impregnaban con su olorosa respiración la atmósfera encalmada; dilatábanse los pulmones como si no encontrasen aire, queriendo aspirar de un golpe todo el espacio. Un estremecimiento voluptuoso agitaba la ciudad, adormecida bajo la luz de la luna.

¡De qué manera tan clara relampagueó el orgullo en el semblante de Isidora al oír aquellas palabras! Su rubor leve pasó pronto. Sus labios vacilaron entre la sonrisa de vanidad y la denegación impuesta por las conveniencias. En aquella época Rufete puso nuestra casa con mucho lujo, con un lujo... ¡Dios de mi vida! Como él no tenía más idea que aparentar, aparentar, y ser persona notable...

Entonces él exclamó: ¡Mentira parece que hayas tenido valor! No tienes derecho a reconvenirme. Te gusté, era libre, y además tonta: te creí... ¿qué había de suceder? Después me abandonaste sin el más leve motivo de queja. Al llegar aquí, don Juan creyó notar que los ojos de Cristeta brillaban humedecidos en llanto, y que su voz acusaba profunda turbación de espíritu.

Cogióla Zadig con su acostumbrada cortesanía, pero no se la ató á la dama á la pierna; y este leve yerro, si por tal puede tenerse, fué orígen de las desventuras mas horrendas. Zadig no pensó en ello, pero la muger del envidioso pensó mas de lo que decirse puede. Cada dia se le presentaban nuevas damas.

Añádase que esta ornamentacion está toda ejecutada sobre mármol delicadamente esculpido, ya desnudo y blanco, ya revestido de menudísimo mosáico de diversos colores cuajado con vidrio y oro; que las inscripciones cúficas que se leen en ella alternando con el luciente sofeysafá son tambien de oro sobre fondo encarnado ó azul ultramarino; finalmente, que las columnillas de los dos cuerpos alto y bajo son de mármol con los capiteles dorados; y si ademas teneis á la vista el dibujo de este bellísimo vestíbulo, os podreis formar una leve idea de la creacion mas maravillosa que existe del arte árabe-bizantino, y del arrobo que produce en el alma del que en su original la contempla.

Nada de carruajes que al pasar rodando estremecen con leve vibración nuestros cristales y nuestro lecho; nada de voces ásperas y opacas que pregonan no se sabe qué; nada de mazurcas, cien veces concluídas y cien veces comenzadas por los dedos aprendices de alguna vecina.

Una pieza cuadrada, muy grande, con los muros, el techo, el piso, todo de un blancor de nácar. No habla allí muebles ni puertas, ni personas, ni el más leve objeto, mancha o sombra. Me sentí deslumbrado, pues aunque no se veían lámparas, focos ni bujías, estaba iluminadísima, estaba enteramente iluminada a giorno.

Palabra del Dia

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