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Actualizado: 16 de junio de 2025
A más que por la expresión de su semblante, el estado físico y moral del joven se revelaba para Dorotea en el ardor febril de sus manos, que estrechaba una de las suyas, y en el temblor leve y sostenido de su cuerpo. Dorotea era entonces feliz. Durante algún tiempo, sólo se hablaron con la mirada lúcida y fija, y con la involuntaria y expresiva presión de las manos.
La Regenta, sin entrar jamás en estos conciliábulos, los perdonaba como falta leve, «que ella, cargada de otras más graves, no tenía derecho a censurar». Don Fermín y Ana se veían todos los días; en el caserón de los Ozores, unas veces, otras en el Catecismo, en la catedral, en San Vicente de Paúl, y más a menudo en casa de doña Petronila.
Infundirles nueva vida, ¿verdad? dijo Carlota maliciosamente. ¡Eso es! repuso D. Laureano riendo. En aquel momento apareció en la puerta la arrogante figura de Concha. Oye tú, guasón, ¿qué te has figurao? ¿Piensas que voy a estar hasta que amanezca sola en esa alcoba? profirió sin dirigir el más leve saludo a la compañía, clavando su mirada colérica en Romadonga.
Doña Sol admiraba, con su entusiasmo hambriento de «color», estos procedimientos de la gran industria nacional, y quería imitar a los mayorales y vaqueros. Gustábale la vida al aire libre, galopando por las inmensas llanuras seguidas de agudos cuernos y huesudas testas que podían dar la muerte con sólo un leve movimiento.
Las ventanas del Baldío dan, pues, frente al Monasterio de Yuste, escondido en una leve ondulación de la falda meridional de la Sierra de Jaranda, pero cuya situación y cercanías se divisan perfectamente.
Por nada del mundo hubiera hecho el más leve movimiento capaz de romper el encanto. No sé cuánto duró aquél, verdadero éxtasis, quizás varias horas, acaso tan sólo algunos minutos; pero tuve tiempo de reflexionar mucho, tanto como puede hacerlo un cerebro cuando está en lucha con un corazón privado absolutamente de sangre fría.
Nada de eso era efecto de cálculo: cedía a ello con bastante ingenuidad para no dejar margen a tener que reprocharme nada si algo había que se asemejara a la más leve apariencia de seducción; pero inocentemente o no ello es que yo cedía. Ella parecía dichosa.
La temperatura, determinada no ya por la latitud, sino por la elevación, empieza a variar; la transpiración se detiene, ráfagas frescas comienzan a acariciar el rostro, y la presión atmosférica, haciéndose más leve, dificulta un tanto la respiración para el pulmón habituado al aire compacto de la tierra caliente.
No bien vio a Peñálvez pareció reconocerlo por un leve fruncimiento de cejas; pero no dijo palabra, esperando en silencio las órdenes de su amo y señor...
Esperó respuesta, pero Nébel permaneció callado. ¡Sí, usted la conoce! ¿Y cree que Lidia es mujer capaz de olvidar cuando ha querido? Ahora había reforzado su insinuación con una leve guiñada. Nébel valoró entonces de golpe el abismo en que pudo haber caído antes. Era siempre la misma madre, pero ya envilecida por su propia alma vieja, la morfina y la pobreza.
Palabra del Dia
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