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Actualizado: 25 de mayo de 2025


Es decir, que el Baldío y Yuste tienen un mismo horizonte y están incluídos en la misma cuenca general del terreno, por cuyo fondo corre mansamente el Tiétar, navegable en aquella región, y tan grandioso y opulento como el propio Tajo, á quien poco después rinde vasallaje.

Las ventanas del Baldío dan, pues, frente al Monasterio de Yuste, escondido en una leve ondulación de la falda meridional de la Sierra de Jaranda, pero cuya situación y cercanías se divisan perfectamente.

Administrador, nos permitimos desplegar las provisiones que habíamos sacado del Baldío y almorzar como unos..... jerónimos, haciendo mesa del poyo de piedra en que se encaramaba el Emperador para montar en la jaquilla ó en la mula..... Pero, volviendo á la fuente, diré que del libro de Fr. Vamos á la cuarta pared.

Conocimos que amenazaba una de aquellas tormentas que tan formidables son en las sierras de Gredos y de Jaranda, y como teníamos que andar tres leguas para regresar al Baldío, y ya no nos quedaba más que ver, aunque mucho que meditar en aquellas ruinas, nos apresuramos á montar á caballo, henchida el alma de mil confusas ideas, que he procurado ir fijando y desenvolviendo en los humildes artículos á que doy aquí remate.

Cinco kilómetros más abajo de Talayuela, ó sea de su barca, hay una hermosa finca, denominada el Baldío, situada en majestuosa, pero muy alegre soledad. El Baldío forma una especie de anfiteatro sobre el Tiétar, que es su límite al Norte. En medio de este anfiteatro se eleva el caserío, teniendo al Sur un soberbio pinar y á los lados extensos bosques de robles ó de encinas.

El caserón que llamamos Las Micaelas estaba situado más arriba del de Guillermina, allá donde las rarificaciones de la población aumentan en términos de que es mucho más extenso el suelo baldío que el edificado.

Esto sería ridículo por varios motivos; porque haría sospechar que era un celoso desconfiado, lo cual redundaría en menosprecio tuyo, o porque haría presumir que era un hombre incapaz, baldío, que no tenía negocios en qué emplearse; pero, en fin, aun cuando tu marido fuera a menudo a mi casa, doy por cierto que, lejos de pesarle, se alegraría. Allí van no pocos sujetos de su posición.

De resultas de lo cual, ó sea de la falta de cualquier especie de corona, algunos días después me veía yo obligado á dejar la pacífica soledad del Baldío por la turbulenta villa de Madrid, donde fecho hoy este relato á 9 de Octubre de 1873.

Palabra del Dia

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