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Actualizado: 16 de junio de 2025
La más leve emoción representaba la muerte para él...» Lubimoff no podía decir la verdad. Su secreto era de Alicia. Unicamente los dos sabían quién era aquel prisionero muerto en Alemania; y mientras ella callase, él debía hacer lo mismo. Una noche, el coronel le dió una noticia interesante. Al caer de la tarde, cuando regresaba del Casino, había visto desde el tranvía á la duquesa de Delille.
Pues bien, si ella no puede amarme, le dije, continuaré comprimiendo dentro de mi corazón el amor que me inspira: procuraré que no salga delante de ella ni en mis palabras, ni en mi mirada, ni en mi semblante la más leve manifestación de ese amor. Si no puedo vencerle, volveré a mis viajes. Mucho me temo que no sea ella la primera en apartarse de nosotros. ¡Cómo!
Al noveno compás se acaba la primera parte y hay una pequeña pausa, en la cual sólo se escucha el leve sonido de la guitarra.
Si no puedo ir, ya nos encontraremos... El mundo es pequeño. Su pensamiento no llegaba más allá de este sacrificio exigido á Ferragut. Luego, ¿quién podía saber dónde iría ella á parar?... Dos tardes después, la doctora y el conde llamaron al marino. La voz de la dama, siempre bondadosa y protectora, tomó esta vez un leve acento de mando.
Aquello no podía ser cierto. ¡Decir el mayorazgo tales cosas!... Estaba soñando.» Pero de pronto sintió en una de sus manos un contacto leve y acariciador. Era la diestra de Febrer que agarraba la suya. Volvió a verle otra vez, pero le pareció un hombre distinto. Encontró ante sus ojos un rostro nuevo que la hizo estremecerse.
Pero no por ello mamá y mi mujer dejaron ni dejan de llevar cuenta exacta del tiempo. Los clásicos cuarenta días pesan fuertemente, sobre todo en mamá, y aún hoy, con treinta y nueve transcurridos sin el más leve trastorno, ella espera el día de mañana para echar de su espíritu, en un inmenso suspiro, el terror siempre vivo que guarda de aquella noche.
La chula les clavó una mirada inquisitorial, agresiva, sin hacer la más leve inclinación de cabeza. ¿Pero se ha casado ese hombre? preguntó Presentación. No lo sé contestó Miguel riendo. Dicen que sí. Al fin ha encontrado lo que tanto apetecía: una mujer enérgica. Creo que le da cada pie de paliza que lo deja verde. ¡Qué horror! exclamó la joven estupefacta. ¡Parece mentira! ¿Mentira?
Era tan exquisitamente delicado su carácter, como lo era su rostro, que parecía que hasta el más leve contacto lo profanaría.
La conciencia me obligaba a hacer esta declaración, pues yo le había agredido por leve motivo, teniendo en cuenta que hablaba en broma. Sin embargo, más adelante pensé que bien podría haber sido preparada aquella escena, porque el malagueño era hombre malintencionado y vengativo.
Luego añadió: ¿Por qué una leve sombra ha de nublar la armonía de dos almas que mueve un solo pensamiento? ¡Ciertamente, la niña es hermosa, es buena, pero, al fin y al cabo, es hija de otro! Fuese la niña, Clara, pero no todo se fue con ella. ¡Clara, considera, querida, que siempre me tendrás a mí a tu lado! Clara se levantó con energía.
Palabra del Dia
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