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Actualizado: 7 de junio de 2025
¡Aquellos serían más dichosos! Ninguna hiel, ninguna amargura se mezclaban con su enorme pena; cada cual había cumplido con su deber noble y estoicamente, y si el amor había perdido en ello, la estimación había ganado. Este era su orgullo y su consuelo; podía mirar sin temor el retrato del altivo soldado del que era hija. Su clara mirada le respondía: Está bien.
¿Y tú conoces al Romeo? preguntó al fin el conde. ¡Ya lo creo! respondió el aya sin mirarle. ¡Y tú también! ¿Por qué no me has llamado la atención hasta ahora? Ni una palabra ha salido de tus labios. Los criados no deben mezclarse en los asuntos de los amos. ¡Ya pareció la gotita de hiel! exclamó levantándose de nuevo y paseando por la estancia.
Desesperantes, crueles los dolores de su vida, por su mente enloquecida pasan en negro tropel, y eterno, indeleble, horrible un pavoroso momento, en su corazon sangriento mantiene viva la hiel.
Soy incapaz de enamorarme dijo ella con sonrisa amarga que su cuñado no entendió. El amor viene cuando menos se piensa afirmó éste sentenciosamente. Estamos años y años sin sentirlo, y un día, ¡paf! da un vuelco el corazón. Es que hemos hallado nuestra media naranja. Estas palabras tan cándidas como crueles, removieron las escasas gotas de hiel que Cecilia guardaba en su pecho.
Pero por respeto a ti y a mí misma y a la familia, no hice nada. ¡Contarle a tu mamá mis sospechas!... ¿Para qué?, ¿para disgustarla sin ventaja ninguna?... Guillermina, con quien únicamente me clareaba, decíame siempre: «paciencia, hija, paciencia». Y por fin llegaba yo a tenerla, y el molinillo que me daba vueltas en el corazón, molía, haciéndomelo polvo, y yo aguanta que aguanta, siempre callada, poniendo cara de Pascua y tragando hiel, tragando hiel.
Sólo había gran copia de agua estantía en las lagunas, y algunas raíces duras y tan amargas como la hiel, y de éstas no en mucha abundancia; por esta causa perdió las esperanzas de llegar al término de su viaje, porque fuera de lo dicho, habían también con los trabajos caído enfermos no pocos de los neófitos, y los demás apenas se podían tener por la falta de alimento.
22 Arrepiéntete pues de ésta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te será perdonado este pensamiento de tu corazón. 23 Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás. 24 Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí al Señor, que ninguna cosa de éstas que habéis dicho, venga sobre mí.
¡Aquí lo tienes, toma!... te lo entrego: es este corazón ya moribundo, que se agita entre océanos de fuego, y que latiendo temeroso y ciego, te vió y te amó con un amor profundo... Es este corazón de fibras rotas, anémico y enfermo, siempre triste... donde circulan de la hiel las gotas y vibran melancólicas las notas de un mal tenaz que en maltratar insiste.
Mi imaginación excitada no tenía en cuenta el sitio en que estaba; y en la sombra del altar, apenas visible entre los fieles, me parecía ver levantarse la silueta de la abuela que me gritaba: Ahí tienes lo que tú serás si te obstinas en tus ideas de celibato... ¡Oh! no, no es así. A Dios gracias, no todas las solteronas tienen la devoción llena de hiel ni son tan falsas y mordaces.
Creen que esas imaginaciones son poesía.... ¡Ah! ellos no saben que la poesía es una de las cosas que más arrastran á la humanidad, uno de los poderes más formidables de la vida, especialmente cuando todavía hemos vivido poco, cuando la hiel de los desengaños no ha acibarado nuestro corazon, cuando nos encontramos en la poesía del que sueña, porque todavía no comprende.
Palabra del Dia
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