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Actualizado: 7 de junio de 2025
¡Oh virtud, sombra vana, esclava del azar, Ay del que en tí creyó! ¡Oh vino, hiel mestiza que me haces patear. Ay del que te bebió! Lector mio, hasta la vuelta de Sevres y de Versalles. =Dia décimo séptimo=. Sevres. Las dos figuras. Importancia social y artística de una fábrica de porcelana. Versalles. Sus Museos. La escuela Vernet. Impresiones varias. Vuelta á Paris.
Ella, como tú, áun lleva la frente pura y alta, tiene el alma serena y el corazon sin hiel; piadosa para todos, ignora qué es la envidia y sufre resignada el mal y la perfidia sin pensar en quien lo hace y sin quejarse de él.
Resultaba de todo ello que la única persona, que era en verdad constante e inteligente testigo del mutuo afecto y de los íntimos coloquios de doña Luz y del Padre, era doña Manolita. Yo no quiero hacer a ésta, ni a ninguno de mis héroes, mejor de lo que son o de lo que fueron. Doña Manolita no era una paloma sin hiel; y no porque odiase a alguien, sino porque no dejaba de tener malicia.
El buen cura me miraba con aire soñador, y yo que, viéndole siempre alegre y satisfecho, no había pensado nunca en que hubiera podido sufrir alguna vez, me sentí enternecida ante una resignación tan verdadera, tan dulce y tan sin hiel. Sois un santo, mi cura le dije tomándole la mano. ¡Chut! No digamos tonterías, mi hijita.
Una sola frase de una colegiala, vino á verter la primera gota de hiel en el hermoso vaso que guardaba la existencia de la huérfana. Sucede no sabemos cómo, pero es un hecho que sucede, que tras las paredes de esas infantiles sociedades que se llaman colegios, trascienden hechos íntimos que se desarrollan en el hogar de los pequeños asociados.
Mi propensión a reír y a burlar, aunque sea a costa mía, me induce en ocasiones a ver este asunto por el lado cómico, pero no sazono el acerbo chiste con sal y pimienta, sino con hiel y vinagre. La cualidad de snob, me digo, puede encumbrarse a un grado heroico. Para probarlo acude a mi memoria lo que ocurrió a mis amigas la señora y las señoritas de Pinto.
Pues no os saldrá, porque hay un Dios en el cielo... y porque estoy yo además sobre la tierra, que os he de dar todavía alguna guerra... ¡Vaya si os la daré!... ¡Ya veréis de lo que es capaz una pobre mujer!... No os reiréis, no... Ya veréis cómo me arreglo para echar una gotita de hiel en vuestro plato de crema, para que no os relamáis, ¡puercos!... Concluyó por sentirse mal.
10 Abrieron contra mí su boca; hirieron mis mejillas con afrenta; contra mí se juntaron todos. 11 Me ha entregado Dios al mentiroso, y en las manos de los impíos me hizo temblar. 12 Próspero estaba, y me desmenuzó; y me arrebató por la cerviz, y me despedazó, y me puso por blanco suyo. 13 Me cercaron sus flecheros, partió mis riñones, y no perdonó; mi hiel derramó por tierra.
Manso, pacífico, benigno, Valentín hubiera apurado un cáliz de hiel y veneno al oir mi revelación; no hubiera sido mi juez inexorable, sino hubiera acabado de ser mi víctima, y yo, réproba, llena de satánica soberbia, hubiera ahogado el manantial de la compasión y de la ternura con desdén, hasta con asco, de una resignación santa, que el demonio mismo me hubiera pintado como enervada flaqueza.
Se nutre de absenta y de hiel; el comercio de los hombres se le ha hecho odioso; la sucesión de las horas le fatiga; los cuidados minuciosos que constituyen su obsesión le importunan y le sublevan; sus propias facultades son una carga para él, y maldice, como Job, el instante en que fue concebido.
Palabra del Dia
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