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Actualizado: 11 de junio de 2025


De Constanza pasaron a Suiza, y después a Italia. Un año anduvieron juntos, contemplando paisajes, viendo museos, visitando ruinas, cuyas sinuosidades y escondrijos aprovechaba Jaime para besar la nacarada piel de Mary, gozándose en sus auroras de rubor y en el gesto de enfado con que protestaba: «¡Shocking!...» La acompañanta, insensible como una maleta a las novedades del viaje, seguía la confección de un gabán de punto de Irlanda empezado en Alemania, seguido a través de los Alpes, a lo largo de los Apeninos y a la vista del Vesubio y del Etna.

Una tarde, al principio de la primavera, volvían los dos de una tienta de becerros en una dehesa del marqués. Este, con un grupo de jinetes, marchaba por la carretera. Doña Sol, seguida del espada, metió su caballo por las praderas, gozándose en la blanda impresión que comunicaba el almohadillado de la hierba a las patas de las cabalgaduras.

Simoun, como para aumentar la admiracion de los presentes, removía las piedras con sus morenos y afilados dedos gozándose en su canto cristalino, en su resbalar luminoso como de gotas de agua que colora el arcoiris. Los reflejos de tantas facetas, la idea de sus elevadísimos precios fascinaban las miradas.

Gozándose él en aquel asombro risueño, le contó: Anoche te salvé; te redimí; te traje conmigo a la paz y al amor, ¿no te acuerdas?... Aquí está la primavera, vestida de galas para ti...; aquí está mayo, loco de alegría, lleno de rosas...; aquí está la mañana de mi esperanza.... Carmen, ¡acuérdate!: ha salido el sol.... Dios te mira y te sonríe y te ofrece la felicidad...; ya se acabaron las sombras de tus penas..., ya toda la vida para ti es luz....

Pues no sabe usted lo mejor añadió Manolita, gozándose en el asombro de la otra, el cual más bien parecía espanto . La custodia, sabe usted, la custodia en que se pone al propio Dios, también vino de allá. Fue regalo de Barbarita, que hizo promesa de ofrecerla a estas monjas si su hijo se ponía bueno. No vaya usted a creer que es de oro; es de plata sobredorada; pero muy mona, ¿verdad?

34 Y ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35 Y lo trajeron a Jesus; y habiendo echado sus vestidos sobre el pollino, pusieron a Jesus encima. 36 Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino. 37 Y cuando llegaron ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,

¡Basta! deja esa luz ahí, vete interrumpió la Regenta. Petra insistió gozándose en la disimulada cólera de su ama. ¿Quiere usted, que traiga árnica, señora? Mire usted, tiene el brazo amoratado... ya lo creo... apenas mordería con fuerza ese demonio de guillotina... pero, ¿qué será eso? ¿usted lo sabe? Yo... no... no; déjame. Tráeme un poco de agua.

Pues ¿cómo están allí? preguntó Nieves gozándose en el bochorno de Leto. Porque se le estaban cayendo a usted del pecho cuando la tendimos desmayada sobre el banco... y le dije yo a Cornias, después de recogerlas con mucho cuidado, que las guardara..., por si preguntaba usted por ellas. Muchas gracias, Leto, aunque ya no me sirven. Puede usted tirarlas, si le parece.

Hablaba de él con orgullo, gozándose en el contraste entre su nacimiento y la profesión de su amante. De vez en cuando sufría arrebatos de veleidad y se ausentaba de la casucha del arrabal por algunos días.

Sentado en el sofá y con el sombrero puesto, Juan contempló aquel día todo lo que allí había, gozándose en la idea de que lo miraba por última vez. Fortunata estaba en pie, delante de él, y luego se sentó en una banqueta, fijando los ojos en su amante, como en expectativa de algo muy grave que de él esperaba oír.

Palabra del Dia

lanterna

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