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Actualizado: 15 de julio de 2025


Era una oreja del toro, que enviaba el matador como testimonio de su brindis. Al terminar la fiesta se había esparcido ya por la ciudad la noticia del gran éxito de Gallardo. Cuando el espada llegó a su casa le esperaban los vecinos frente a la puerta, aplaudiéndole como si realmente hubiesen presenciado la corrida.

Acercóse á la puerta de la estancia de donde procedían las voces y se halló de manos á boca con Simón y Tristán, que se reían á carcajadas y se dirigieron apresuradamente á la puerta del caserón, donde los esperaban sus monturas.

Bonis sintió que el rostro de los más indiferentes, hasta el de los pilluelos que esperaban la calderilla, tomaba expresión de interés, de cierto enternecimiento. Las luces parecían cantar también al oscilar con ritmo; brillaban más rojas; los dorados del cura y del baptisterio se hicieron más intensos, más señoriles; los monaguillos, tiesos, solemnes, daban indudable respetabilidad al acto.

No lo que se les ha metido en la cabeza contra nosotros. ¡Y si hubiéramos sido sólo franceses, si no hubiésemos tenido que luchar con esa ralea de sajones y demás aliados que no esperaban mas que el momento de arrojarse sobre nosotros, hubiéramos escapado bien a pesar de todo, a pesar de ser uno contra cinco! ¡Pero los aliados! ¡No me hable usted de los aliados!

A la noche siguiente dejé muy tarde la mesa en que acababa de comer en compañía de Flavia y la conduje hasta la puerta de sus habitaciones. Allí besé su mano y me despedí de ella deseándole tranquilo reposo. Inmediatamente cambié de traje y salí. Sarto y Tarlein me esperaban con tres hombres y los caballos. Sarto llevaba consigo una larga cuerda, y ambos iban bien armados.

Sentíase dichosa rodeada de todos los suyos: tenía a Julia y a su padre; menester había cierto espacio de tiempo para pasar sin sacudidas de la modestia y la regularidad de la vida de provincia a las sorpresas que le esperaban en el gran mundo, y aquella semisoledad de Nièvres era una especie de noviciado que estaba muy lejos de desagradarle.

Entonces se acusó de ingratitud, comprendiendo que ella era el ídolo del amor de Juan. Llamaron a la puerta; la criada venía a anunciarle que le esperaban para comer. Se levantó y se miró a un espejo; como las huellas de sus lágrimas eran visibles todavía, no quiso bajar, temiendo alarmar a su madre, y sobre todo, porque no tenía valor para ver a Juan.

No pude oir los versos del pedagogo, porque las doce habían dado ya, y me esperaban en la casa del señor Fernández. Usted me perdonará: le dije mis tías me aguardan.... ¡Tiene usted razón! me contestó. Pero vendrá usted esta noche. Desde aquí gozaremos de la fiesta.

Hubo un momento en que si no llega gente de curia, se iban á pegar las mujeres, y arrancarse los moños, azuzadas por los pícaros paisanos que esperaban, como nuestros estudiantes, ver algo más que un cancan. Scit, scit, scit, scit, scit, scit, Disputez-vous, battez-vous, Scit, scit, scit, scit, scit, scit Nous allons compter les coups.

La marquesa, alta, delgada, vestida con un manto negro hasta los pies, parecía un fantasma. ¿No me esperaban ustedes, verdad? dijo con voz enronquecida, extraña, que jamás le habían oído . Sin embargo, yo les aguardaba a ustedes desde hace muchos días; les aguardaba con impaciencia. Los vecinos de la calle pueden dar testimonio de ello.

Palabra del Dia

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