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Actualizado: 15 de junio de 2025
Todos cinco venían del Real: hacía muy cerca de media hora que esperaban. ¡Que poca vergüenza tienes, hijo! dijo la Amparo con el hermoso entrecejo fruncido . Y menos aún los que toman en serio tus convites. Chica, me figuré que saldrías más tarde del Real. ¡Eso! Dí que estabas a gusto en casa de mi hijastra, y entonces puedes tener cierta disculpa.
De esa manera, ocultos los vascongados detrás de las malezas en las pendientes de las montañas de Altabiscar, esperaban al ejército francés del paladín Roldán, que debía penetrar en el estrecho paso de Roncesvalles.
Teníamos la retirada marina á marina, llana y descubierta, y no era lejos del fuerte más de dos millas el lugar donde los turcos habían desembarcado, que era en los mismos pozos donde nosotros habíamos estado diez días, y teníamos más de 70 caballos, con los de la compañía, y los caballos que había dejado el Visorrey y otros caballeros, no teniéndolos los enemigos ni los de la isla caballos con que enojarnos, porque aún no eran llegados los caballos alarbes que esperaban; y si se dejó por entretener allí la armada, porque no fuese á hacer mal en Sicilia ó en el reino de Nápoles, el mejor entretenimiento fuera matarle la gente, de manera que no la pudiera echar en tierra, y tuviera harto que guardar sus galeras con los que llevaba.
38 Y aquel hombre, de quien habían salido los demonios, le rogó para estar con él; mas Jesús le despidió, diciendo: 39 Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, predicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él. 40 Y aconteció que volviendo Jesús, le recibió la multitud; porque todos le esperaban.
Mientras los padres de la Iglesia y los primeros expositores de la doctrina cristiana rivalizaban en celo contra el drama, aparecían en el seno de la nueva Iglesia elementos dramáticos, que sólo esperaban una época favorable para desenvolverse.
Pero la descarga que esperaban no se produjo. Una barca mandada por un vigilante y tripulada por doce remeros se destacaba de la costa é iba á colocarse entre los fugitivos y los tiradores canacos. Al mismo tiempo la lancha de vapor del yate forzó su máquina en dirección de los nadadores.
Colocadas a ambos lados de la escalera, las cuadrilleras vigilaban para que el despejo se hiciese con orden; y sentadas ya en sus sillas, esperaban las maestras, más serias que de costumbre, a fin de proceder al registro.
¡En nombre del cielo, Baumann, lo disculpo! le digo. Y llevo derechamente a la casa a mi joven esposa. Allí nos esperaban los criados, con el ama de llaves a la cabeza. Hacen sus reverencias y se ríen solapadamente; pero Yolanda avanza, con los ojos fijos, por en medio de ellos. Entonces me asalta el miedo al pensar en lo que va a pasar.
Y así fué como el P. Irene, cumpliendo á la vez con sus deberes de amistad y de crítico, iniciaba un aplauso para animarla: la Serpolette lo merecía. Entre tanto nuestros jóvenes esperaban el cancan, Pecson se volvía todo ojos; todo menos cancan había.
Díselas, no tan malas como las que esperaban ellas, y esto las animó a acercarse muy quedito hasta la puerta de la alcoba.
Palabra del Dia
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