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Actualizado: 15 de noviembre de 2025
La mayor parte de los Griegos vencidos murieron ahogados, porque seguidos de los Catalanes de quien no esperaban buena guerra sino afrenta, y muerte, se arrojaban en los barcos y leños de la ribera, cargando en ellos mas gente de la que pudieran llevar, con cuyo peso, con la priesa de los que entraban venian al fondo y se habrian, ayudando á esta pérdida los propios Catalanes, que metidos en el agua á cuchilladas, y asidos de los bordes de los barcos, les forzaban á echarse en el agua ó morir.
En la esquina de una calleja se despedían con largo apretón de manos, y Guimarán, sereno y satisfecho, se restituía a su hogar tranquilo donde le esperaban su amante esposa y cuatro hijas que le adoraban. Don Santos quedaba solo en batalla con las quimeras del alcohol, con nieblas en el pensamiento y en los ojos.
Sin embargo, la oyeron como quien escucha un aire favorito, y en ciertos pasajes dejaron un momento de fumar las pipas, a fin de consagrar toda su atención a las palabras que esperaban. Pero no había concluido aún aquello, porque el señor Snell hizo a tiempo la pregunta que debía motivar la continuación del relato.
Mientras se concertaban los alguaciles, el alcalde paseaba por el comedor, completamente olvidado de que la sopa, el cocido y la ensalada esperaban que tuviese a bien hacerles los honores cotidianos. Como se ve, el bueno de don Rodrigo no era víctima del pecado de gula; pues su comida se limitaba a sota, caballo y rey, sazonados con la salsa de San Bernardo.
Como el ama de la casa autorizaba sobradamente la tertulia, las mamás que nada esperaban ya de las vanidades del mundo, dejaban ir a las niñas solas. Además, nunca faltaban casadas todavía ganosas de cuidar la honra de sus retoños o de divertirse por cuenta propia. ¿Y quién duda que estas se harían respetar? Allí estaba Visitación por ejemplo.
Todos han salido; sin duda no esperaban al señor hasta la noche. Juan sigue al criado. En su cuarto, el mismo que ocupó el año anterior, los recuerdos vuelven a acosarlo. El tiempo no ha hecho más que agravar su mal, puesto que lo irremediable va a cumplirse. Mientras cambia de traje, sus ojos ven en el espejo una imagen que le sorprende.
Al apearme del coche, fui recibido por la Vizcondesa y su hija, que me dispensaron la más amable acogida. Esperaban al general, que continuaba en Bigorre; pero ¡cuál fue mi sorpresa cuando, al entrar en el salón, vi a Enrique de Castelnau reclinado en un canapé y leyendo un periódico!...
Después pensó pedir a doña Rebeca, francamente, una entrevista con la muchacha. Se dirigió a Rucanto lleno de ansiedad. Parecía que le esperaban o que le habían visto acercarse, porque le recibió con mucha gracia una sirviente, conduciéndole a la sala donde, con grata sorpresa, encontró a Carmen sola. Estaba bordando.
Y con sus títulos de Abogado y doctor en Filosofía y Letras, dejó la nación hispana, en 1873, y se fue a visitar a París, Londres y otras importantes ciudades de Europa, siguiendo luego viaje a México, en donde le esperaban, ansiosos de abrazarlos, sus padres y hermanas.
Allí le esperaban otros demonios y recibiéndole, le volvían a arrojar en la misma forma, dando con él otra vez en el claustro principal sin sacarle ni una palabra de enojo, ni de sufrimiento, hasta que invocando los sagrados nombres Jesús, María y José, le dejaban."
Palabra del Dia
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