Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de junio de 2025
La sonrisa que contraía el rostro de Tristán era tan extraña y su rostro se hallaba tan descompuesto, que el marquesito quedó paralizado. ¿Tendría usted la amabilidad de escucharme dos palabras? Con mucho gusto... ¿Pero no quiere usted pasar? No señor, gracias. ¿Es tan urgente el asunto? Lo es. Nanín quedó un instante suspenso. Bien, bien dijo al cabo . Será como usted guste.
«¡Pobre Villa!», exclamé para mí, observando el tono ligero con que pronunció estas palabras su ídolo. Y desde allí me fui derecho a la cervecería para darle el encargo. Cambió un poco de color al escucharme; pero me dijo con sosegada energía: Ya sabe usted, amigo Sanjurjo, que yo con esa mujer no puedo tener decentemente ni siquiera relaciones de buena amistad.
Entonces le rogué que se sentara a escucharme, y comencé la lectura. Cuando llegué a las últimas líneas me rogó, con los ojos humedecidos, que se las explicara. Las últimas líneas, anteriores a nuestro matrimonio, dicen así: »El Conde es más joven que papá: tiene cuarenta y cuatro años. Yo no sé si esto me agrada o me desagrada. »Yo se las he explicado como mejor he podido.
El duque, ciego de cólera, puso la mano en la empuñadura de su espada: el duque de Uceda permaneció inmóvil. Ved de escucharme á sangre fría dijo ; reparad en que causaría gran escándalo que vos me maltratáseis aquí en las altas horas de la noche, casa de esa mujer. Y señaló á doña Ana, que continuaba llorando arrojada en un sillón.
Ella no quería escucharme; se desesperaba al comprender cuánto podía comprometerla mi entrada en la casa; me pedía llorando que la dejara entregada á su tristeza, á su soledad.
Señor cura díjole Magdalena, supliqué a papá que le llamase porque siendo mi director espiritual de siempre, quiero confesarme con usted. ¿Está dispuesto a escucharme? El sacerdote hizo un signo afirmativo. Magdalena volviose hacia su padre y le dijo: Papá, déjeme usted sola un instante con este otro padre que es padre de todos.
Tu desesperación no es razonable. Lo que temes, no sucederá. ¡Oh, Dios sea loado! exclamó la joven con una risa nerviosa . Tenía razón en confiar en vuestro maravilloso poder. ¿Habéis convencido a mi madre? ¿Ya no iré al convento? ¿Puedo quedarme con vos? ¡Oh! ¡Gracias, gracias, mi ángel bueno! Siéntate, Elena dijo la viuda conduciéndola hasta una silla , y trata de escucharme con calma.
Y si por acaso te maravilla que siendo yo quien soy me entre con tanta frescura por terrenos tan peligrosos, has de tener en cuenta que, aunque novelista parezco, soy sólo misionero, y así como en otros tiempos subía un fraile sobre una mesa en cualquier plaza pública y predicaba desde allí rudas verdades a los distraídos que no iban al templo, hablándoles, para que bien lo entendieran, su mismo grosero lenguaje, así también armo yo mi tinglado en las páginas de una novela, y desde allí predico a los que de otro modo no habían de escucharme, y les digo en su propia lengua verdades claras y necesarias que no podrían jamás pronunciarse bajo las bóvedas de un templo.
Campistrón, domínate; se trata de responder á estos señores. Quieren saber dónde está la compañía de Novelli. ¡Novelli! ¡Novelli! dijo desdeñosamente el antiguo tenor. Sí, por cantar con ese polichinela napolitano me dejó Jenny. ¡Una muchacha que yo hubiera colocado en la Ópera si hubiera querido escucharme! Pero no; se empeñó en cantar de pecho... ¡Ella, cantar de pecho! ¡Horror!
Pero el noble bretón les miraba con sus hermosos y tranquilos ojos, y escuchaba impasible sus maldiciones, el codo sobre la mesa y la barba apoyada en la mano. Dejó que se exhalase el descontento general y dijo con voz sosegada: Si el señor Marenval quiere escucharme, voy á contarle lo que sé. ¿Y por qué á él y no á nosotros?
Palabra del Dia
Otros Mirando